La víctima de Afganistán abandona el Ejército.

Gerson Rodríguez, el segundo por la izquierda, en la recepción que tuvo con el hoy Rey Felipe VI con varios militares heridos en acto de servicio.

El día 1 de febrero de 2010 Gerson Rodríguez, un soldado profesional que estuvo destinado en Palma, viajaba en un convoy militar español por el norte de Afganistan cuando, de pronto, una mina anticarro explotó al paso del vehículo. El joven, que es de origen colombiano, sobrevivió a la explosión, pero no todos sus compañeros tuvieron la misma suerte. Un soldado, con el que tenía una estrecha amistad, murió en la explosión. Los otros ocupantes sobrevivieron, pero la mayoría sufrió lesiones graves. Ahora Gerson ha decidido dejar el Ejército. "Me voy desilusionado por el trato que he recibido" y ello debido a que el Ministerio de Defensa únicamente le ha concedido una indemnización de 1.010 euros por las lesiones que padeció en este atentado terrorista. El militar, que en su país estuvo enrolado en las grupos antiguerrillas, formaba parte de una unidad de montaña de Barcelona. Le enviaron cuatro meses a Afganistan, para formar parte del contigente español.

"Yo iba sentado en la parte de atrás del vehículo. El comboy lo formaban unos 12 vehículos. Nosotros íbamos en segunda posición cuando de pronto sentí una explosión". El vehículo había pisado una mina que previamente habían colocado los talibanes, y de pronto se produjo un fuerte estallido. Se trataba de un atentado terrorista. El vehículo saltó por los aires. El resto de soldados tuvo que repeler al ataque de disparos que estaban lanzando los talibanes. "El estallido me alcanzó ambos oídos. La explosión fue muy fuerte. El teniente ordenó que abandonáramos el vehículo, porque la munición podía explotar". Gerson quedó aturdido. Aún así tuvo tiempo de asistir a sus compañeros, ya que algunos estaban mucho peor que él. Mientras tanto, otros soldados españoles repelieron la agresión. Se estableció una línea de tiro y se fueron reforzando las posiciones. Se logró localizar a un grupo de enemigos, que se camuflaban en la arena. Desde allí disparaban contra los militares españoles con ametralladoras soviéticas. Los tres talibanes fueron abatidos. Tenían una pala, con la que colocaron la mina.

El soldado estuvo un mes en un hospital de Afganistan, antes de regresar a España. A día de hoy sufre problemas en ambos oídos, que se traducen en un constante zumbido interno. "El ruido lo noto sobre todo por la noche, cuando la habitación está en silencio. Ahora me estoy acostumbrando, pero no he podido dormir durante meses". Al regresar a España se le hicieron toda clase de pruebas médicas. El diagnóstico confirmaba la lesión, pero el médico consideró que era leve. Gerson decidió abandonar la unidad de Barcelona y pidió destino. Lo enviaron al cuartel de Palma. Trabajó de conductor, a pesar de que le aconsejaron que no realizara ningún trabajo que mereciera atención. Cuando un militar sufre un atentado en acto de servicio, el Ministerio de Defensa inicia un expediente para establecer la indemnización que le corresponde. A Gerson le ofrecieron 1.010 euros. Decidió no aceptar el dinero y presentó una demanda ante la Audiencia Nacional. Sin embargo, los jueces no le han dado la razón. Tiene que conformarse con este dinero. Ha tenido que restar los honorarios del pleito.

Ha vuelto a su país  
El soldado se siente desengañado con el Ejército y ha decidido no renovar el contrato. Ya ha vuelto a su país. "Lo di todo por la nación y por la bandera de este país y no me han tratado como merezco", lamenta. El joven afirma que el Ministerio ha actuado con mucha hipocresia, ya que pese a que el entonces Príncipe le convocó a una audiencia junto a otros soldados heridos en atentados, después no se le reconoció la gravedad de las lesiones que sufrió en el ataque en esta misión en Afganistan. "Tengo unas lesiones que voy a arrastrar toda mi vida y resulta que únicamente me reconocen 1.010 euros. Así no se trata a una persona que estaba dispuesta a luchar por este país". Gerson tampoco tiene muy buenos recuerdos de su paso por el cuartel de Palma, sobre todo con un capitán, al que llegó a denunciar porque le obligó a realizar unas tareas por las que no estaba en condiciones de afrontar.

"Presenté un certificado médico que indicaba que no podía hacer labores que merecieran atención porque sufría problemas en los oídos. El capitán me dijo que trabajaría de conductor. Yo le dije que no podía ser conductor porque tenía problemas de concentración y atención. Le dio igual". También recuerda que le obligaron a participar en un desfile que se organizó para despedir a un general. "De pronto mis compañeros dispararon unas salvas y todo el ruido se concentró en mis oídos. Estuve varias semanas enfermo con un fuerte dolor". Reconoce que todas estas experiencias le obligaron a replantearse si quería o no continuar en el Ejército. Decidió abandonar las armas. Nada le unía a España y decidió regresar a su país. "Un día decidí que estaba dispuesto a dar mi vida por defender este país y después nadie me ha reconocido este esfuerzo. Estuve a punto de perder la vida y solo me reconocen una mísera indemnización". El joven está molesto porque el Ejército solo concediera una medalla al capitán que resultó herido, mientras que ni a él, ni a otros compañeros, les reconocieron este mérito. (J.R.G.)

Fuente: http://www.diariodemallorca.es/

Nota del editor: desde aquí un fuerte abrazo a este gran soldado que ni aún siendo español dio su vida para defender la bandera que los que si somos españoles, desde cierto punto de vista me siento avergonzado de como las autoridades le han tratado y denigrado, y encima dándole esa simple indemnización que al mi parecer es una vergüenza, espero que esto no quede en una simple noticia y pueda llegar a algún puerto y se trate a este gran soldado como se le merece ya que que menos dio su vida por una bandera que ni es suya de nacimiento.

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