Cuando, en 1986, se modificó el diseño del uniforme caqui, el Ejército estaba inmerso en un proceso de modernización mucho más ambicioso. Desde tiempo atrás, venía estudiando una amplia mejora de todos los aspectos relacionados con el vestuario y el equipo. La contratación con los proveedores fue el aspecto al que se quiso dar la mayor importancia porque los procedimientos de adquisición eran muchos y muy complicados: se adquiría cada tipo de prenda por separado –o sea, por lotes-, mediante expedientes independientes que también podían ser fraccionados.
Además, los expedientes de contratación no
siempre obedecían a fechas previsibles, ni tampoco lo era el tipo y
cantidades de prendas a los que iban a referirse. En
consecuencia, las empresas no tenían la posibilidad de programar de
manera adecuada su producción, lo que causaba problemas en los plazos de
entrega y repercusiones en los costes o en la calidad.
Problema de comprar por lotes
Esta forma de adquirir las prendas generaba grandes cargas de trabajo a los organismos militares, especialmente a los de control de calidad y a los almacenes.
Los primeros debían verificar que cada partida cumpliera los Pliegos de
Prescripciones Técnicas y, los segundos, tenían verdaderos problemas de
ubicación, custodia y control de los stocks, junto con el hecho de que
este sistema obligaba a tener una amplia red de almacenes. El deterioro de las prendas largamente almacenadas era otro de los inconvenientes.
Finalmente, la recepción de las prendas por separado obligaba a los
almacenes a múltiples tareas para componer, a costa de mucho tiempo y
personal, los envíos que debían hacerse a las diferentes unidades. Para
solucionar todos estos problemas, el Ejército creó el llamado Equipo de
Documentación de la Ponencia de Uniformidad que, junto con el Centro
Técnico de Intendencia, facilitaba al Mando la toma de sus decisiones.
Sus resultados quedaron plasmados en el “Estudio Monográfico sobre el Equipamiento del Personal”, del 12 de junio de 1991, pronto conocido como el Libro Blanco.
Mejorar el sistema, el gran reto
Tras
su aprobación, el Ejército diseñó un nuevo sistema de planificación
para el vestuario que mantenía el máximo control de todos los momentos
de los procesos de fabricación y distribución de las prendas y,
al basarse en las empresas suministradoras, garantizaba su continuidad,
contando con la experiencia de la industria española. Además, se
aprovechó este proceso de modernización para mejorar la calidad
de las prendas y equipos, simplificar los procedimientos de entrega,
atender mejor las necesidades individuales, disminuir los
gastos y elevar la importancia de la uniformidad ante el usuario y la
sociedad, entre otros aspectos. Así, se comenzaron a dar los primeros
pasos de lo que hoy es el sistema de suministro del Ejército, una
referencia en toda Europa.
Este proceso de mejoras coincidió con la
modernización y profesionalización de las Fuerzas Armadas que obligó a
la Administración a externalizar muchas funciones. Un reto al que
supieron responder las compañías españolas y que fue impulsado por la
Asociación de Empresas Suministradoras Contratistas con las
Administraciones Públicas de España y otros Estados -AESMIDE-. Así,
el nuevo sistema de suministro de prendas al Ejército fue uno de los
que más mejoras experimentó bajo un principio básico: que los miembros
del Ejército debían participar personalmente en su equipamiento,
determinando qué prendas debía recibir para realizar las actividades de
su destino y cuáles no, con el ahorro que supone. Todas las mejoras culminaron en el actual sistema implantado en 2009. En él cada militar del Ejército puede comprar su ropa de trabajo mediante la llamada Aplicación informática de Vestuario del Ejército de Tierra -o AVET-.
Se trata de un programa informático que permite que el usuario reciba
las prendas que necesita adquiriéndolas por Internet, además de permitir
que el Ejército conozca las peticiones en tiempo real.
Cómo empieza el proceso
Así, el
primer suministro de prendas y equipo que se entrega al individuo en su
incorporación a filas se prepara a partir de los datos antropométricos
tomados en el centro de formación por personal técnico de la UTE. A partir del primer año, se le asignan unos puntos, según su destino. Cada
militar puede realizar los pedidos que quiera si se encuentra en España
o tres veces al año si está destinado fuera de España, como en
una agregaduría u otro destino que no sea una misión internacional. El
sistema prevé la entrega de cada lote en un tiempo récord –nunca supera
los 45 días, aunque se han llegado a enviar en 48 horas-.
Como este
contrato requería una diversidad de suministros y servicios, y no
existía una empresa que dé respuesta a todo, el sector industrial
entendió que debía apostar por una fórmula de colaboración empresarial
que permitiera compartir sinergias entre grandes, medianas y pequeñas
empresas. Así, se apostó por la fórmula jurídica que más
beneficio conllevaba para la Administración y para las empresas: la
llamada Unión Temporal de Empresas -UTE-. Posiblemente, la
mejor solución. La razón es clara: sólo con la participación de varias
empresas de forma coordinada, es posible abordar un proyecto como el
concurso de gestión y fabricación del vestuario del Ejército. Así
nacieron las diferentes UTEs que han sido las adjudicatarias de los
contratos. Gracias a su organigrama, conocimiento y experiencia se puede
dar respuesta a la complejidad del mismo por la diversidad de
suministros y servicios que hay que realizar –desde la fabricación de
las prendas hasta su envío-.
Una gestión muy eficiente
Ello permite a la Administración contar siempre con todos los suministros y servicios del contrato. Para su buen funcionamiento,
la UTE dispone de una estructura bien definida con órganos de gobierno y
representación, y áreas de planificación, producción, logística, etc.
Para la coordinación, seguimiento y control del proyecto, la UTE cuenta
con una empresa de gestión integral, Gahn, independiente de las
empresas suministradoras. Así, el Ejército sólo tiene un
intermediario, se logra que PYMES y grandes empresas trabajen juntas y
Defensa dispone de un sistema eficiente, ya que sólo paga por 'hombre
vestido'. (Jesús.R.G.)
Fuente: http://www.onemagazine.es/
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