El plan estratégico de Navantia para garantizar el futuro de los astilleros va tomando forma. La viabilidad de la empresa descansa sobre seis proyectos clave a corto plazo donde la Armada española y dos contratos internacionales (Arabia y Australia) tienen la llave de la viabilidad económica de esta empresa pública. El grueso de esta cartera de pedidos, que aún no se ha firmado, suma unos 11.000 millones de euros.
De
manera paralela, la compañía trabaja en la adaptación de sus procesos
productivos para lograr con ello mayor eficacia y competitividad. Las plantas han iniciado poco a poco una lenta transformación hacia la incorporación de nuevas tecnologías.
Si la factoría de Puerto Real ha dado el pistoletazo de salida a la
implantación de la tecnología 3-D en la industria naval, el astillero de
Ferrol ha sido el primero en utilizar drones para verificar las
estructuras de los buques, así como sus tanques de combustible.
Defensa tiene previsto contratar este año el tercer BAM de la segunda serie y será de apoyo a submarinos. El nuevo buque debe estar operativo en 2022
Este es en síntesis el mensaje que transmitió el pasado 27 de febrero un grupo de directivos de Navantia a los representantes de los trabajadores durante la segunda reunión celebrada en Madrid para la puesta en marcha del plan industrial. Todos coinciden en que la música suena bien, pero Navantia necesita ingresos para sacar adelante esta reconversión que implica, además, el rejuvenecimiento de una plantilla que supera de media los 55 años.
Contención de las pérdidas
Navantia
se juega este año su futuro y las cuentas de la compañía dependen de
que el Gobierno de la nación, a través del Ministerio de Defensa,
autorice la puesta en marcha de cuatro programas navales de calado.
Además, la empresa aguarda con impaciencia desde hace dos años la firma
del acuerdo con Arabia para la construcción en San Fernando de cinco
corbetas de la serie Avante 2200, similares a los patrulleros que se
fabricaron entre 2006 y 2012 en la Bahía para Venezuela. Igualmente,
espera la resolución en primavera del concurso público abierto en
Australia para la construcción en aquel país por transferencia
tecnológica de nueve fragatas, inspiradas en el modelo español de las
F-100. Este
es el escenario en el que trabajan los técnicos para reflotar la
empresa. El gabinete ejecutivo que preside Esteban García Vilasánchez
tiene muy claro que Navantia no puede seguir generando pérdidas. El último balance económico correspondiente a 2016 arrojó un déficit de 303 millones de euros,
lo que sitúa al borde del precipicio a esta compañía pública tutelada
por la Sociedad Española de Participaciones Industriales (SEPI).
Todo apunta a que este agujero se verá incrementado, una vez que se conozcan las cifras de 2017, que se barajan pérdidas de casi 400 millones de euros. Si analizamos los proyectos en los que Navantia ha confiado su futuro podemos advertir que la Armada española es clave para la supervivencia de los astilleros. El Ministerio de Defensa se ha pronunciado a favor de nuevas inversiones para la renovación de la flota. Entre ellas destaca el contrato de construcción de las dos primeras fragatas de la serie F 110. Se trata de un programa naval que consta de cinco unidades. Todo apunta a que el Gobierno dará luz verde este mismo año a su obra y serán los astilleros gallegos los más beneficiados. El primer buque se entregaría en 2023 y el quinto, en 2027. Por su parte, Defensa también tiene previsto continuar con la segunda fase de los Buques de Acción Marítima (BAM). En estos momentos, el astillero de Ferrol construye el 'Furor' y el de San Fernando, el 'Audaz'. Ambas unidades se entregarán a la Armada antes del próximo verano. La Armada anunció el pasado noviembre sus necesidades más inmediatas en cuanto a la continuidad del programa de los BAM y puso en marcha el trámite para adjudicar la obra del tercero.
En primavera se sabrá si Navantia es la adjudicataria para la construcción de nueve fragtas para la Marina australiana basadas en las F-100 española y en las F-310 de la Marina
Todo apunta a que este agujero se verá incrementado, una vez que se conozcan las cifras de 2017, que se barajan pérdidas de casi 400 millones de euros. Si analizamos los proyectos en los que Navantia ha confiado su futuro podemos advertir que la Armada española es clave para la supervivencia de los astilleros. El Ministerio de Defensa se ha pronunciado a favor de nuevas inversiones para la renovación de la flota. Entre ellas destaca el contrato de construcción de las dos primeras fragatas de la serie F 110. Se trata de un programa naval que consta de cinco unidades. Todo apunta a que el Gobierno dará luz verde este mismo año a su obra y serán los astilleros gallegos los más beneficiados. El primer buque se entregaría en 2023 y el quinto, en 2027. Por su parte, Defensa también tiene previsto continuar con la segunda fase de los Buques de Acción Marítima (BAM). En estos momentos, el astillero de Ferrol construye el 'Furor' y el de San Fernando, el 'Audaz'. Ambas unidades se entregarán a la Armada antes del próximo verano. La Armada anunció el pasado noviembre sus necesidades más inmediatas en cuanto a la continuidad del programa de los BAM y puso en marcha el trámite para adjudicar la obra del tercero.
Buque de transporte ligero ‘el Camino Español’
Se trata de un buque de apoyo a submarinos, pero en esta ocasión, Navantia no será el astillero preferente ya que la convocatoria se abre a más centros de trabajo. Esta tercera unidad debe estar a flote antes de 2022. No obstante, todo apunta a que será Navantia la que finalmente se lleve el gato al agua ya que ha construido seis buques de estas características y tiene todo el desarrollo de su ingeniería. En cuanto a los submarinos de la serie S80, Defensa mantiene su inversión. Sin embargo, la sorpresa que saltó durante la reunión entre los directivos de Navantia y el Comité Intercentros fue la confirmación de un nuevo buque para la Armada. Se trata de la construcción de un ferry o carguero similar al que utiliza la Armada para el transporte de unidades del Ejército de Tierra y que se llama 'El Camino Español'. Este megabuque fue botado en Río de Janeiro en 1984 y comprado por España a Brasil de segunda mano en 1998. La intención del Ministerio de Defensa es invertir en uno nuevo con mejores calidades y más sofisticado. La construcción de este buque ro-ro se llevaría a cabo en el astillero de Puerto Real y serviría para dar el relevo a la culminación de los cuatro petroleros que se construyen en esta factoría y cuya obra terminará en la primavera de 2019.
Por lo que respecta al plano internacional, los contratos de Australia y Arabia son el as en la manga que guarda Navantia para arrancar el plan industrial. El Gobierno australiano desvelará el próximo abril qué empresa naval construirá nueve fragatas de última generación para su Marina. El proceso ha sido largo, pero Navantia ya saca ventaja a sus competidores en este concurso, la empresa italiana Fincantieri y la británica BAE, gracias a que la Armada australiana se ha decantado por incorporar a sus nuevos buques el sistema de defensa y combate Aegis que desarrolla la norteamericana Lockheed Martin y que se produce en la Unidad de Sistemas del astillero de San Fernando. Australia sigue con su proceso de renovación de flota y este contrato, de ser adjudicado a Navantia, llevaría el mismo camino que el de los tres destructores de la serie ‘Hobart’ que se construyen en el astillero de Adelaide por transferencia tecnológica, es decir, Navantia pondría la ingeniería y los bienes de equipo.
Muy
distinto al contrato australiano es el que se ultima desde hace un año
con el Gobierno de Riad para la construcción en el astillero de San
Fernando de cinco corbetas de la serie Avante 2200 para la Marina saudí.
La firma definitiva del acuerdo llegará en breve después de duras
negociaciones. Este contrato, clave para empujar la débil economía de Navantia, supone una inyección de 2.000 millones de euros y
más de cuatro años de carga de trabajo asegurada para la planta isleña.
La dirección de Navantia confía en este contrato como tabla de
salvación a corto plazo y, sobre todo, como respaldo económico para
implantar las primeras tesis que recoge el plan industrial. (Jesús.R.G.)
Fuente: http://www.lavozdigital.es/
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