Drones contra el ISIS: esta es la tecnología que usa España en Irak y no verás en la TV.


Foto: El dron Scan Eagle usado por la Armada española en Irak. (Foto EMAD-Undécima Escuadrilla)
El dron Scan Eagle usado por la Armada española en Irak

España mantiene un importante contingente de tropas en Irak. Están allí para colaborar con el Gobierno y ejército Iraquí en su lucha contra el mal denominado y autoproclamado “Estado Islámico”. A finales de enero el grueso del contingente recibió la visita del Rey Felipe VI y las instalaciones y soldados desplazados allí se convirtieron de repente en el foco de todas las televisiones. Sin embargo, hay un desconocido grupo de especialistas que no apareció en ninguna imagen de televisión y que realiza una labor silenciosa manejando tecnología punta. Es el equipo de la Armada que opera con “drones” en tareas de inteligencia. ¿Por qué ha desplazado allí España estos dispositivos? Nuestro país mantiene un contingente de más de 500 personas en Irak, integradas en la 'Operación Inherent Resolve', contribuyendo junto a otras tropas de la Coalición Internacional a la lucha contra el DAESH o ISIS. 

Despliegue en Irak. Especialistas preparando un Dron para lanzamiento. (Foto EMAD-Undécima Esclla)

La principal misión allí es de adiestramiento de las tropas iraquíes, conjuntamente con instructores de otros países como Portugal, Reino Unido, Estados Unidos, Francia, Holanda y otros. Pero hay también un pequeño contingente de 7 especialistas de la Armada apoyados por dos militares expertos en análisis de imágenes. Su misión es mucho más secreta y el nombre va acorde: "Destacamento Sombra”. Realizan labores de información e inteligencia, ISR (Intelligence, Surveillance and Reconnaissance) por sus siglas en inglés, están basados en Al Asad desde noviembre de 2017 y utilizan para ello tecnología punta que nada tiene que envidiar a la empleada por otras potenciasl mundiales. La fundamental: drones. Las capacidades que aportan los drones a las operaciones militares se han convertido en algo casi insustituible. 

Es en los llamados “conflictos de baja intensidad” o de guerra asimétrica, donde hoy en día el uso de esta tecnología está resultando vital. Allí pueden realizar misiones de todo tipo, incluso las de ataque, pero es en tareas de reconocimiento donde se muestran imbatibles frente a la aeronave tripulada. Imbatibles porque realizan esa misión prácticamente igual que la aeronave tripulada, pero durante muchas más horas de vuelo, con riesgo cero de pérdida de vidas, con absoluta discreción y a una mínima fracción de coste. En una misión de reconocimiento, por ejemplo, si se empleara un helicóptero estaríamos hablando de un coste elevado ya que sería un aparato dotado de elementos optrónicos, cámaras infrarrojas, etc., con cuatro tripulantes como mínimo y durante cuatro o cinco horas de vuelo. 

Con un dron de tipo medio, como el que utiliza la Armada en Irak, el coste frente al helicóptero sería muy bajo, sin riesgo para tripulantes y con una capacidad de vigilancia que podría llegar a las 20 horas. La decisión está clara. Pero hay otro factor fundamental: la discreción. Una aeronave tripulada no pasa desapercibida, se le oye, se le ve venir e incluso se le puede atacar si se acerca lo suficiente sin disponer de medios sofisticados. Cuando se necesita discreción absoluta y no se dispone de drones, la única alternativa son aviones especializados o dotados de contenedores específicos, con cámaras especiales que permitan al avión volar a gran altura o recurrir a los satélites. Y el coste se dispara. Con el dron nada de esto es necesario y se puede mantener un área bajo vigilancia durante horas sin que nadie sepa que se está haciendo la vigilancia.

Así funcionan los drones de la Armada
Los drones que emplea la Armada en Irak son del tipo medio y están encuadrados en la Undécima Escuadrilla, una unidad dentro de la Flotilla de Aeronaves encargada en exclusiva de su operación. Se trata del modelo “ScanEagle”, fabricado por una empresa filial de Boeing y que también emplean otros muchos ejércitos, entre ellos el Cuerpo de Marines estadounidense. Es un aparato de tamaño medio, con unos 3 metros de envergadura y 1,70 de longitud. Pesa unos 20 kg (depende del tipo de cámaras que se instalen), alcanza una velocidad de crucero de 110 km/h y una altura superior a los 5.000 metros, su autonomía supera las 20 horas, pudiendo llegar a 24 horas de vuelo ininterrumpido en caso necesario. 

Equipo desplegado en Irak. (Foto EMAD-Undécima Esclla)

Su coste, teniendo en cuenta que un sistema completo, consta de dos aviones, estación de control, equipo de lanzamiento y equipo de recuperación, se sitúa entre los 2 y 2,5 millones de euros. Muy barato si lo comparamos con el coste de cualquier aeronave tripulada. En realidad este tipo de dispositivos son muy sencillos, aunque con partes muy complejas. No dejan de ser un avión en miniatura controlado en remoto al que se acoplan una serie de cámaras y equipos de vigilancia, la parte compleja. El avión tampoco es algo muy sofisticado pero sí lo es su software de control, ya que la mayoría de sus funciones de vuelo están automatizadas. Esto quiere decir que el dron no se pilota con la visión de una cámara frontal, como en un videojuego, para entendernos, sino que se prepara una ruta y se van introduciendo puntos de paso (“waypoints”). 

Una vez en la zona de vigilancia, el dron realizará un vuelo, ya parametrizado, siguiendo un patrón establecido y el operador, desde la unidad de control en tierra y por supuesto en tiempo real, controlará los equipos de visión, dirigiendo las cámaras hacia los puntos de interés. Este software de control incluye muchas funcionalidades de vuelo automático que resultan muy prácticas y permiten que los operadores se centren en la vigilancia, que es el objetivo de la misión. Por ejemplo el sistema garantiza un vuelo estable y el avión se autonivela si sufre, por ejemplo, una turbulencia. Dentro del sistema de vuelo se incluye un módulo GPS (de precisión militar) que envía permanentemente su posición a la estación de control en tierra y determina la distancia a la misma. El avión, de manera automática, podría regresar a su base gracias a esta funcionalidad de GPS incluso si dicha base se moviera de su sitio, como es el caso de los barcos pues, recordemos, este dron es de utilización naval.

Desde una altura de 1 km y a 3,2 km de distancia, el sistema es capaz de reconocer las facciones de una persona e identificarla

Si bien la parte “avión” es común, la clave del sistema es el equipo de cámaras que se instalen. Éstas se disponen en un módulo intercambiable en la parte delantera y se utiliza un módulo u otro según el tipo de misión y, sobre todo, de las condiciones del vuelo, si es diurno o nocturno. La Armada utiliza, de momento, dos tipos de módulos de reconocimiento: uno diurno a base de cámaras electrópticas y otro nocturno con sensores infrarrojos. 

Pero se pueden adquirir otros e instalarse sin ningún tipo de modificación. Las capacidades de los módulos de reconocimiento son sorprendentes. Desde una altura de 3.000 pies (cerca de 1.000 metros) y a 2 millas de distancia (3.200 metros) el sistema es capaz de reconocer las facciones de una persona e identificarla, por supuesto sin que nadie sepa que está siendo observado. Además todo lo que el dron “ve” es grabado y ello permite que las imágenes sean analizadas con posterioridad.

¿Por qué son tan útiles en el desierto?
La respuesta está en la sencillez del sistema, pensado para operar en barcos con cubiertas de vuelo pequeñas. Los drones de grandes dimensiones y que incluso pueden llevar armamento, necesitan a su vez de grandes instalaciones y de una pista para despegar y aterrizar, casi como aviones tripulados. Esto supone que su punto de operación puede ser conocido y, además, no es sencillo cambiar de ubicación pues se deben reunir unas condiciones mínimas.

El ScanEagle, por el contrario (al igual que otros sistemas similares, no es el único) por sus dimensiones y su diseño naval, no necesita pista alguna. Tan solo precisa de un equipo de lanzamiento y otro de recuperación. El primero es una especie de catapulta que lanza el avión y le coloca en vuelo. El segundo es un brazo articulado desplegable con un cable en vertical. El lanzamiento es muy sencillo, no así la recuperación, aunque el sistema de vuelo autónomo lo hace parecer así. Para la recuperación el equipo recuperador dispone de otro dispositivo GPS que establece el punto exacto donde se encuentra el cable. El sistema de vuelo lo localiza y se activa un patrón de vuelo preestablecido por el cual el dron realiza un circuito circular de aproximación en cuya última fase roza con una de sus alas el cable y mediante un gancho en su extremo queda frenado y capturado.

Centro de control en tierra con los operadores trabajando. (Foto: Juanjo Fernández)
Centro de control en tierra con los operadores trabajando

Ambos equipos, lanzador y recuperador, son plegables y se pueden trasladar con suma facilidad remolcados por cualquier vehículo. Igualmente los aviones van desmontados en su propio contenedor y se pueden poner en vuelo en un corto espacio de tiempo. Todo esto permite que estos drones puedan operar desde cualquier emplazamiento, trasladarse si fuera necesario y volver a estar operativos en un plazo muy breve. La realidad es que este sistema funciona muy bien y, aunque las misiones de inteligencia y los datos obtenidos son material altamente clasificado (secreto), lo cierto es que hemos podido saber que los mandos de la Coalición están muy satisfechos con el resultado de estos sistemas y continuamente están requiriendo su participación. El reto del personal, aparte de la lejanía de casa y los riesgos inherentes a una misión en una zona para nada tranquila, es luchar contra los elementos. Es el ambiente hostil del desierto, las tormentas de arena y el polvo, el principal enemigo de estos aviones sin piloto. (Jesús.R.G.)

Fuente: https://www.elconfidencial.com/

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