Aunque
esperada, no ha sido menos dura la derrota de Navantia en EEUU, donde
optaba por la construcción de la nueva familia de fragatas FFG (X) junto
a su socio Bath Iron Works, uno de los astilleros más antiguos del país
y filial de General Dynamics, donde se habría cortado toda la chapa
encaso de ser ganador. Navantia aportaba el diseño basado en la familia
de fragatas F-100. La importancia de este contrato, valorado en más de
5.500 millones de euros, radicaba en que si seducía a Washington, se
incrementaban exponencialmente las oportunidades de exportación de un
modelo que ya cuenta con unidades en servicio en España, Australia y
Noruega.
Pero
la Administración Trump ha decidido optar por el astillero italiano
Fincantieri, cuya filial estadounidense se encuentra en Wisconsin,
estado clave para la reelección del presidente, donde en 2016 se impuso a
Hillary Clinton con un margen de apenas el 0,7% de los votos.
Otro factor que puede haber influido es la retirada de la fragata Méndez
Núñez de la flotilla del portaaviones Abraham Lincoln, con la que
navegaba para demostrar sus excelencias, en plena escalada entre EEUU e
Irán. A ello se suma el polémico accidente entre una fragata noruega
construida por Navantia y un petrolero, cuya investigación aún no está
cerrada.
Nuevas oportunidades de negocio
La
empresa española sigue buscando oportunidades de negocio en un
escenario internacional marcado por las repercusiones económicas y
políticas de la pandemia de coronavirus. Recientemente ha presentado una
oferta para un buque denominado MRCV (Multi Role Combat Vessel) para la
Marina de Singapur.
El
diseño, basado en la F-110 para la Armada Española, incluye una gran
cantidad de nuevas tecnologías y servicios como impresión 3D a bordo,
gemelo digital, simuladores de realidad virtual o mantenimiento
predictivo. Además el buque se ha rediseñado para permitir el uso de una
gran cantidad de vehículos no tripulados, según los requisitos del
cliente.
Otro ejemplo de nuevas teconologías con las que Navantia compite en los
mercados internacionales es la propulsión de los futuros submarinos S80
de la Armada con la pila de combustible AIP, en cuyo desarrollo ha
participado Abengoa. Navantia participa en el concurso P75(I) para la
India con un diseño basado en S80 para la Armada Española, y en un
escenario en el que la empresa española trabajará conjuntamente con
astilleros y empresas indias para desarrollar el programa.
“Este
modelo de colaboración en el que se requiere la transferencia de
tecnología a las empresas del país que impulsa el programa ha sido uno
de los grandes éxitos de Navantia en los últimos años”, indican
fuentes de la compañía, que apuntan como ejemplo los tres programas
desarrollados para Australia, donde dos tercios de su flota se basan en
diseños de Navantia, y el que está en marcha en Turquía, con un buque
gemelo del Juan Carlos I. “Este último programa, mantiene abierta
la posibilidad de ampliar el contrato a una segunda unidad, y Navantia
realiza actividad comercial constante en el país para tratar de que esta
opción se materialice”, sostiene la empresa.
Oriente Medio
Una
muestra que aúna la estrategia de ofertar servicios y nuevas
tecnologías con la necesidad de contar con socios locales es la creación
de la empresa conjunta SamiNavantia en Arabia Saudí, que cuenta con un
contrato para suministrar el sistema de combate de las corbetas saudíes
que actualmente se construyen en San Fernando.
“Pero adicionalmente también supone una oportunidad comercial para
acceder a negocios en países de Oriente Medio como Emiratos Árabes,
Kuwait, Barhein y Egipto, con un posicionamiento mucho más favorable que
el que podría tener Navantia participando en solitario”, señala la firma española.
Opciones en el mercado británico
Otra
vía de colaboración es el establecimiento de alianzas con posibles
rivales. Un ejemplo es la participación de Navantia en el concurso para
la construcción de hasta tres buques de aprovisionamiento para la Royal
Navy (programa FSS), que Londres podría resolver en septiembre, según
avanzó el secretario de Defensa, Ben Wallace, en la Cámara de los
Comunes a finales de abril.
Navantia ha formado equipo con la empresa de ingeniería británica BMT y
el astillero Harland & Wolff en Irlanda del Norte. Con este último
astillero se están estudiando posibles colaboraciones en el mercado de
la eólica offshore, buscando obtener ventajas competitivas por el hecho
de que dos de los mayores diques secos de Europa (Puerto Real y Harland
& Wolf) trabajen juntos, en lugar de competir por las mismas
oportunidades en el escenario británico, donde los requisitos de carga
de empleo local se prevén muy relevantes tras el Brexit.
Las
modernizaciones de buques son otro importante objetivo. Navantia
trabaja actualmente en una oferta para actualizar las fragatas clase
Fridtjof Nansen, entregadas a Noruega entre 2006 y 2011. Adicionalmente,
mantiene acciones comerciales en Arabia Saudí, Perú, Colombia, Chile,
Marruecos, Portugal, Polonia, Grecia, Tailandia, Indonesia, Emiratos
Árabes y Egipto. “El campo de actividad comercial de Navantia es amplio,
la competencia diversa, y el escenario post-Covid complejo, con efecto
sobre la economía y los presupuestos de Defensa que aun no podemos
cuantificar”, insiste la compañía.
Una estrategia basada en la alta tecnología y los servicios integrales para los clientes
La
obtención de contratos que atraigan la carga de trabajo y los ingresos
necesarios para la transformación de la compañía es esencial. Pero estas
acciones precisan de un largo periodo de maduración, ya que desde el
inicio hasta la firma del contrato puede pasar una media de cinco años.
Navantia
ha reorientado su labor comercial bajo dos premisas fundamentales La
primera es que más allá de una empresa pública de construcción Naval es
una proveedora de nuevas tecnologías aplicadas tanto a los buques, como
al proceso de diseño como a los astilleros durante la construcción. El
proyecto de la fragata F-110 para la Armada Española es el ejemplo más
relevante de esta revolución, con la aplicación del gemelo digital, la
conectividad sin cables, el uso de vehículos no tripulados o garantías
de ciberseguridad. La segunda de las grandes estrategias es la de
evolucionar de una empresa que realiza su actividad ofreciendo productos
(buques) al de ser una empresa que ofrece servicios y soluciones
integrales a sus clientes.
Por
ejemplo, Navantia ofrece la integración equipos muy diferentes bajo un
mismo sistema de control, o que las nuevas tecnologías sirvan para
mejorar el mantenimiento y la vida operativa de las unidades una vez
entren en servicio. Los grandes programas que actualmente construye
Navantia ya incorporan este tipo de servicios en el contrato. Por
ejemplo, los AOR para Australia que se fabrican en Ferrol incluyen los
cinco primeros años de mantenimiento de los buques. Las corbetas para
Arabia también engloban un importante programa de adiestramiento de
tripulaciones y simuladores. Y en el caso del submarino S80 para la
Armada Española se está desarrollando actualmente un nuevo modelo de
mantenimiento inteligente en colaboración con el Ministerio de Defensa y
la Armada.
Fuente: https://www.diariodecadiz.es/
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