Los
tres submarinos de la Armada española (Galerna, Tramontana y Mistral)
en un ejericio en Cartagena en abril pasado
Con 32 años a sus espaldas, el Ara San Juan (S-42)
no era demasiado viejo; al menos, no en términos comparativos. A fin de
cuentas, era el más moderno de los tres submarinos de la Armada
argentina: el Salta (S-31) tiene 48 años; y el Santa Cruz,34. Tampoco lo era si se compara con los sumergibles en servicio en la
Armada española: el Galerna (35 años), el Mistral (32 años) y el
Tramontana (31 años). Solo este último es más moderno, por unos pocos
meses.
La vida operativa de los buques se cifra en unos 30 años y más si se
trata de submarinos, sometidos a un desgaste muy superior al de las
naves de superficie y necesitados de unas garantías de seguridad mucho
más estrictas. Un submarino es como un avión: cualquier avería puede
tener consecuencias fatales. Pero las garantías de seguridad pueden prolongarse más allá de las tres
décadas siempre que se les asegure un mantenimiento escrupuloso, según
los expertos. Periódicamente, deben someterse a lo que se denomina gran
carena, una revisión que supone desmontarlos por completo, examinar
exhaustivamente cada pieza, sustituir las deterioradas y volverlos a
montar de nuevo El proceso, en el caso de los españoles, se prolonga 18
meses y cuesta 50 millones de euros. Ninguna broma. Los submarinos salen de la gran carena casi nuevos y eso les permite
seguir navegando unos cinco años más sin problemas. Lo normal es
realizar hasta cuatro grandes carenas durante su vida operativa, pero la
Armada española ha decidido realizar una quinta a los tres de la clase
Agosta que le quedan.
Estos sumergibles, de fabricación hispano-francesa, ya deberían haber sido dados de baja y sustituidos por los nuevos S-80.
Pero este proyecto lleva una década de retraso y, según las últimas
previsiones, el primero de la serie, el Isaac Peral, no será entregado
hasta el primer semestre de 2022. Ni siquiera se sabe todavía cuál será
su precio: Defensa presupuestó 2.135 millones de euros por cuatro
sumergibles, pero esta cantidad solo alcanza para pagar el primero, cuyo
diseño tuvo que redefinirse por completo tras detectarse un sobrepeso
de 75 toneladas. Hasta tal punto es crítico el mantenimiento de un submarino que en más
de una ocasión la Armada los ha tenido que dejar en dique seco cuando
han cumplido sus horas de navegación a la espera de reunir el dinero
para pagar la gran carena. Del Ara San Juan no importa tanto la vejez como el mantenimiento. Se
sabe que se sometió a una reparación de media vida que se prolongó nada
menos que seis años, de 2008 a 2014. Debería haber sido suficiente. (Jesús.R.G.)
Fuente: https://elpais.com/
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