Dentro del ejercicio Marfibex de la Armada Española.


Aún no ha amanecido cuando los dos helicópteros Cougar de las Fuerzas Aeromóviles del Ejército de Tierra (FAMET) despegan de la Base Naval de Rota. En su costado, el acrónimo ISAF recuerda que, si bien ahora surcan el cielo gaditano, no hace mucho hicieron lo propio en Afganistán. Vienen, junto con sus tripulaciones (formadas cada una por dos pilotos, otros tantos operadores que también son tiradores y un mecánico), de la base sevillana de ‘El Copero’ para participar en ‘Marfibex’, el ejercicio de adiestramiento anfibio colectivo organizado por la Armada Española, que durante la última semana ha tenido como escenario el Golfo de Cádiz y el Campo de Adiestramiento de la Sierra del Retín.

La cubierta del buque de asalto anfibio ‘Castilla’ sirve de pista de aterrizaje a los helicópteros de las FAMET que, como indica uno de sus pilotos, el capitán Martorell, ensayan su interoperabilidad con buques y helicópteros de la Armada. Su misión, mover tropas de tierra a los barcos. Navegando a seis kilómetros de la costa de Barbate, frente al Retín, el ‘Castilla’ es el buque de mando de un exigente ejercicio, en el que todo está planeado al milímetro. Desde aquí, el contralmirante Ricardo Atanasio Hernández López, se encuentra al frente de las 50 personas que forman el Estado Mayor de laFuerza Anfibia Operativa que dirige el ‘Marfibex’. La importancia de que todo salga a la perfección en este tipo de adiestramientos periódicos es evidente teniendo en cuenta que, en la actualidad, España ejerce el mando del componente anfibio del Estado Mayor de la OTAN. Es decir, de los 28 países que conforman la Alianza Atlántica, España sería el encargado de, en caso de que fuera necesario, dirigir la proyección naval de una Fuerza, desde la mar a tierra, en cualquier lugar del mundo.

Tierra, mar y aire

Por ello, no se escatiman recursos. En la ejecución del ‘Marfibex’, desarrollado del 27 de noviembre al 1 de diciembre, han participado, junto al ‘Castilla’, su gemelo, el ‘Galicia’, así como el Grupo Naval de Playa, todos ellos pertenecientes al Grupo de Acción Naval Número 2 y la fragata ‘Victoria’. Por su parte, la Infantería de Marina ha contribuido a este ejercicio con el Tercer Batallón de Desembarco del Tercio de Armada, un centenar de alumnos de la escuela de Infantería de Marina, ‘General Albacete y Fuster’ y una compañía con 109 ‘Fuzileiros de Marinha’ portugueses. 

En total, 450 infantes, cuya característica esencial es su capacidad anfibia, saliendo de la mar, ya sea en helicópteros, lanchas u otros medios, para desplegar en tierra. Asimismo, además de los dos helicópteros de las FAMET, desde los buques antes señalados y las bases aéreas de Rota y Matacán (Salamanca) han operado cuatro aviones AV-8B Harrier, dos helicópteros SH3D Sea King, un AB-212, un SH60B y un Hughes 500 de la Flotilla de Aeronaves de la Armada, así como dos aviones C-101 del Ejército del Aire. Y, como observadores, dos militares de Emiratos Árabes Unidos.

Continuación de Flotex

Las milicias rebeldes y terroristas vuelven a aparecer y a provocar un escenario de inestabilidad en un país amigo de España, que además está sufriendo una crisis humanitaria. Por ello es necesario que la fuerza anfibia española llegue a esta nación, con el objetivo de impedir que dichos grupos terroristas, que han ocupado espacios vacíos se hagan fuertes y apoyar el establecimiento de la seguridad en la zona. Ese es el escenario en el que se ha desarrollado ‘Marfibex’ y que da continuidad al ejercicio ‘Flotex-17’ realizado este verano, en el que la fuerza naval adoptó un carácter expedicionario en un escenario fallido ficticio alejado de la Península Ibérica donde un país simulado y aliado solicitaba apoyo con motivo de la inestabilidad política interna provocada por grupos terroristas, insurgentes y criminales que desembocaron en una situación de crisis. 


Por lo que una resolución de la ONU generó un despliegue de fuerzas que consiguieron establecer la seguridad en la zona. El centro de operaciones del ‘Castilla’ es un hervidero en el que decenas de militares frente a diversas pantallas controlan todo lo que ocurre en cada escenario, unidad desplegada o de apoyo a la estabilización de este simulado país. Desde esta sala situada en las tripas del buque se tiene comunicación directa con el puesto de mando de la unidad mecanizada de Infantería de Marina localizado en el Retín y en el que se ha montado un sistema de control por satélite. Además, desde aquí los controladores aéreos vigilan el espacio aéreo previamente reservado para estas maniobras y que supervisa la escuadrilla de control aéreo desde Sevilla.

Completo adiestramiento

Llega el aviso. Ha habido una baja en tierra y es necesario realizar la evacuación médica. Todo el mundo sabe lo que tiene que hacer y es entonces cuando el dique inundable del ‘Castilla’ (particularidad que comparte con el ‘Galicia’) se convierte en el corazón del barco. Personal del Grupo Naval de Playa, de Infantería de Marina y del propio buque esperan a que llegue la lancha de desembarco anfibio de medios mecanizados, o LCM-1E. En primera línea, los sanitarios preparados para atender al herido. Pasados unos minutos baja la compuerta del dique y la lancha entra hasta tocar el suelo del buque, de ella sale un vehículo de combate de Infantería Piraña. Dentro, al abrir su puerta, el herido en el suelo con un evidente vendaje en el abdomen. No hay un minuto que perder. Los sanitarios entran, le estabilizan y le trasladan al ascensor que sube directamente a la planta de arriba, en la que se encuentra el hospital del buque. Y es que, además de en acciones puramente ‘de guerra’ en este tipo de ejercicios también se contemplan otros muchos aspectos que se pueden dar en un conflicto y de los que se realizan simulaciones, como la evacuación y atención de bajas o el apoyo logístico a la fuerza de desembarco en tierra.

Mientras, el que se abre es el dique del ‘Galicia’ y otra lancha de desembarco sale de sus entrañas. A bordo, completamente equipados y preparados para el que es su primer desembarco, los alumnos de la Escuela de Infantería de Marina ‘General Albacete y Fuster’. Al llegar a la playa del Retín no se lo piensan y se lanzan de un salto, corriendo, hasta salir completamente del agua, para desplegar en la playa y adentrarse en formación en el campo de adiestramiento. Otro grupo de alumnos espera, rodilla en tierra, a las seis lanchas semirrígidas Supercat que, con sus dos motores fueraborda y con más infantes de Marina a bordo, se acercan veloces a la costa gaditana. Práctica de embarque. La mirada fija en las lanchas que, en cuanto son desocupadas por sus compañeros, corren a llenar de nuevo, en un adiestramiento continuo en el que todo el mundo sabe qué lugar ocupar. Poco después, el equipo ACAF (Adquisición y Control del Apoyo de Fuegos), radio en mano, recibe un aviso. Un avión Harrier se acerca, volando a baja cota para apoyar a las tropas sobre el terreno. 
 
 
Las mismas que se han encontrado un campo de minas al desembarcar y cuyo mando ejerce el teniente coronel García Nieto, comandante del Tercer Batallón de Desembarco. Para controlar el terreno deciden realizar una «apertura de flecha»: primero un núcleo de apoyo hace fuego y abre el camino que posteriormente los zapadores señalizan y avanzan con sus vehículos mecanizados para abrir el camino al núcleo de asalto. «También hemos desarrollado otros ejercicios, como la simulación de la destrucción de una fábrica de artefactos explosivos improvisados (IEDs) que estaba en poder de los ‘terroristas’. Todo en un ambiente de respeto a la población donde desplegamos», puntualiza el teniente coronel García Nieto. Desde lo alto de la colina, el comandante Galinsoga observa la operación junto con un miembro de la compañía portuguesa de ‘Fuzileiros de Marinha’ que se ha integrado para este ejercicio con el batallón de Infantería de Marina. Ambos cuerpos se entrenan de manera conjunta de forma habitual, tanto en Cádiz como en Lisboa, donde los lusos tienen su campo de adiestramiento. De este modo, se entrenan para constituir la NR Force (fuerza de acción rápida de la OTAN) en 2018.


A unas decenas de metros, camuflados entre la vegetación, se encuentran el sargento Niza y el soldado Pascual, binomio de tirador y observador respectivamente de la unidad de reconocimiento. «Disponemos de una herramienta versátil y quirúrgica a disposición del jefe», afirman, refiriéndose al fusil de precisión que puede realizar disparos de hasta 1.000 metros. Estos tiradores entrenan para «trabajar en tierra, en helicópteros o en buques», explican.De hecho, los Equipos Operativos de Seguridad que participan en la operación ‘Sophia’ a bordo de los buques de la Armada, cuentan con estos tiradores. Y en una colina, el sargento primero Zambrano opera el micro UAV (vehículo aéreo no tripulado) de apenas dos kilos de peso destinado a realizar labores de apoyo de inteligencia y obtención de información para el batallón. De nuevo, los rotores de los Cougar y de un Sea King se escuchan cada vez más cerca. Otro infante ha sido herido y es necesario evacuarlo por vía aérea hasta uno de los buques. Porque el adiestramiento no termina nunca para la fuerza anfibia española. (Jesús.R.G.)


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