Las fragatas están de moda; China las fabrica por docenas, Rusia las construye cada vez más letales y hasta la marina de los EEUU quiere ahora este tipo de buque.
Fuertemente armadas, dotadas de sensores y sistemas de combate cada vez
más mortíferos y con la posibilidad de incorporar misiles de crucero
para ataques remotos sobre tierra firme, este navío militar no solo es
capaz de cumplir con los clásicos cometidos de escolta naval, defensa de
aguas territoriales o lucha contra la piratería, sino que se está convirtiendo en un buque imprescindible. Se trata de la presencia naval con mayor capacidad y versatilidad de que disponen la mayoría de las armadas del mundo.
En este contexto, el Gobierno español ha incluido un nuevo proyecto de fragata para la Armada en sus próximos planes de adquisición de armamento por un importe de más de 4.000 millones de euros. Pero el programa de la F-110, que así se llama la fragata nacional, va mucho más allá y supone una importante apuesta por la proyección de la industria de construcción naval militar española en el mundo. Un sector que ya ha cosechado éxitos como las fragatas F-100, barcos logísticos o buques anfibios. Desde el principio de la guerra naval, el tamaño y la construcción de los barcos han dependido sobre todo de las capacidades de su armamento: primero fueron ejemplares ligeros para acelerar y maniobrar con rapidez, luego se apostó por los altos castillos de proa y popa para facilitar los abordajes, a estos les siguieron las cubiertas de artillería repletas de cañones de corto alcance y por último se pusieron de moda enormes torres con artillería de largo alcance y gran pegada que forzaban a los navíos de línea a tener tamaños considerables.
Pero la llegada del portaaviones, con su capacidad de hundir al enemigo a centenares de kilómetros frente a las pocas decenas de los grandes acorazados, y la era del misil, que no solo aumenta aún más el alcance sino que garantiza los impactos letales, redujo el tamaño y el armamento visible de los buques de guerra actuales, haciendo que todo cambiase de nuevo. Un ejemplar moderno dotado de los adecuados sensores, misiles y torpedos necesita mucho menos tamaño y estructura para cumplir con las funciones de defensa aérea, combate con otros navíos de superficie y lucha antisubmarina que antaño. Hoy, la mayoría de los navíos de combate tienen tamaños medianos en una estrecha gama entre categorías clásicas como las corbetas y los cruceros ligeros, pero el tipo rey es la denominada fragata.
Una de las fragatas más modernas del mundo. La Linyi (FFG 547) del tipo Jiangkai de la Armada china
Hablamos de barcos de entre 120 y 150 metros de eslora con desplazamientos entre las 5.000 y las 10.000 toneladas, tripulaciones de entre 100 y 200 marinos y capacidades multimisión. Dotadas de sistemas antiaéreos, antibuque y antisubmarinos y de dotación aérea propia (uno o dos helicópteros), disponen además de espacios y dependencias para realizar misiones de control de tráfico marítimo, antipiratería, patrulla marítima y otras, en un paquete tecnológico e industrial relativamente económico de adquirir y de operar. Esta flexibilidad y su tripulación reducida las hacen especialmente atractivas para las potencias intermedias, pero también atraen la atención de armadas como al estadounidense ya que permiten poner más cascos en el agua y liberar así de múltiples tareas a otras embarcaciones más poderosas.
Los dos tipos de fragatas
Las fragatas modernas suelen construirse en dos variantes especializadas aunque manteniendo cierto nivel de flexibilidad de uso: las antiaéreas y las de guerra antisubmarina. Estas son las dos tareas fundamentales que deben cubrirse cuando funcionan como escoltas de un grupo de combate, habitualmente protegiendo a un portaaviones o buque anfibio con capacidad aérea como el Juan Carlos I español. Para ocuparse de la defensa antiaérea necesitan disponer de radares de largo alcance, un sistema de combate especializado como el Aegis estadounidense y lanzamisiles; para la defensa antisubmarina es necesario contar con sonar de casco, preferiblemente con la capacidad de usar sonar remolcado y con lanzatorpedos, además de los helicópteros. Estas son las principales diferencias entre los dos tipos de fragatas; en lo demás pueden ser bastante similares.
Las fragatas modernas suelen construirse en dos variantes especializadas aunque manteniendo cierto nivel de flexibilidad de uso: las antiaéreas y las de guerra antisubmarina. Estas son las dos tareas fundamentales que deben cubrirse cuando funcionan como escoltas de un grupo de combate, habitualmente protegiendo a un portaaviones o buque anfibio con capacidad aérea como el Juan Carlos I español. Para ocuparse de la defensa antiaérea necesitan disponer de radares de largo alcance, un sistema de combate especializado como el Aegis estadounidense y lanzamisiles; para la defensa antisubmarina es necesario contar con sonar de casco, preferiblemente con la capacidad de usar sonar remolcado y con lanzatorpedos, además de los helicópteros. Estas son las principales diferencias entre los dos tipos de fragatas; en lo demás pueden ser bastante similares.
El proyecto F-100/clase Alvaro de Bazán
en servicio en la Marina española está optimizado para la defensa
antiaérea y por ello cuenta con el sistema de defensa estadounidense
Aegis; de hecho ellas y sus derivadas (los cinco barcos de la clase Fridtjof Nansen noruega y los tres destructores de la clase Hobart
australiana) están entre los buques de combate más pequeños y
económicos que lo llevan instalado. En combinación con los lanzadores
verticales VLS armados con misiles Standard 2 este sistema proporciona a
estos barcos una capacidad antiaérea de primer nivel mundial a un precio más que razonable.
Las clase Fridtjof Nansen son más polivalentes, al disponer también de
sonar de casco, sonar remolcado, cargas de profundidad y tubos
lanzatorpedos para cubrir la función antisubmarina.
¿Por qué se necesita la F-110?
Las F-100 españolas también incorporan sonar de casco y tubos lanzatorpedos, pero no cuentan con sonar remolcado y otros dispositivos antisubmarinos, por lo que ante la futura necesidad de reemplazar a las fragatas antisubmarinas de la clase Santa María se planteó el desarrollo de un nuevo proyecto de fragata especializada en lucha antisubmarina basada en un desarrollo de las F-100: el proyecto F-110.
Las F-100 españolas también incorporan sonar de casco y tubos lanzatorpedos, pero no cuentan con sonar remolcado y otros dispositivos antisubmarinos, por lo que ante la futura necesidad de reemplazar a las fragatas antisubmarinas de la clase Santa María se planteó el desarrollo de un nuevo proyecto de fragata especializada en lucha antisubmarina basada en un desarrollo de las F-100: el proyecto F-110.
Así será la fragata F-110, según Navantia (Navantia)
Este es uno de los grandes programas de armamento que el
gobierno ha puesto en marcha, pero las repercusiones van más allá de la
marina española y del presupuesto nacional. A partir de la F-110 la empresa fabricante, Navantia, ha presentado propuestas a tres de los principales concursos internacionales de adquisición de este tipo de buques que se han abierto en el mundo: los programas SEA 5000 de la marina australiana, FFG(X) de la Armada estadounidense y el Canadian Surface Combatant
de la armada canadiense. El objetivo, repetir el éxito obtenido con las
F-100: 8 ejemplares de estas se vendieron a las marinas de dos países
aliados. La
apuesta en este caso es mucho mayor, ya que no se limita a los 5
potenciales buques que pueda contratar la armada española: los tres
programas aliados en conjunto suman más de 44 barcos a construir a partir de la década de 2020.
El SEA 5000 australiano (Future Frigate Program, programa fragata
futura) pretende fabricar nueve navíos, el Canadian Surface Combatant 15
y el estadounidense 20.
En los dos primeros casos se trata de reemplazar clases de este mismo tipo de buques que deberán ser retiradas del servicio a partir de esas fechas, mientras que el FFG(X) estadounidense quiere compensar las deficiencias del programa del Littoral Combat Ship (LCS, buque de combate litoral) complementando sus dos clases actuales con otro diseño más resistente y con mayor capacidad de despliegue en solitario. Si Navantia ganase alguno de estos concursos, incluso en asociación con empresas locales, los beneficios industriales y económicos serían espectaculares. Y en alguno de ellos parece tener cierta ventaja: Australia ha decidido que sus futuras fragatas incluyan sistemas de defensa antimisiles balísticos, para lo cual existe una versión del sistema Aegis que incluyen las F-110. Un diseño español que se puede acabar convirtiendo en el estándar de buque de guerra occidental de toda una generación. (Jesús.R.G.)
Fuente: https://www.elconfidencial.com/
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