Finales de agosto de 2019. Llueve en Malí y la temperatura es agradable, de unos 24ºC. A un lado del teléfono, el
capitán Diego Páramo, el teniente José Sanromán, el sargento Roberto G.
Movellán, el cabo Miguel Ángel Rivero y el soldado Alberto Gutiérrez. Al otro, a 4.000 kilómetros de distancia, la redacción de LA VOZ. El pasado 20 de mayo, mochila al hombro, salieron de Cádiz rumbo al Sahel.
Su tarea en Malí: incorporarse a la misión de la Unión Europea para
proteger a los instructores de las Fuerzas Armadas del país africano.
El capitán Páramo con líderes locales
«Llegamos
hace tres meses y el relevo con el anterior contingente de infantes de
Marina lo realizamos sin ningún problema», explica el capitán Páramo,
jefe de los 60 militares del Tercio de Armada de San Fernando que
componen la Fuerza Expedicionaria de Infantería de Marina para Malí
(FIMAR EUTM-MALI XIV). «Nos estuvieron explicando sus labores, aunque ya
las conocíamos del reconocimiento de zona. Y vimos con más detalle los cometidos y cómo se ejecutan las misiones
aquí en Malí», detalla el capitán Páramo que, integrado dentro de la
plana mayor del grupo táctico, es oficial de inteligencia y encargado de
proyectos de cooperación cívico-militares (CIMIC).
Consejos que, como subraya el sargento Roberto G. Movellán, «nos han guiado estos tres meses y nos han servido de apoyo para empezar la misión». Estos
consejos, junto con el adiestramiento previo al despliegue les están
siendo de gran utilidad. «Fue necesario implementar durante el
adiestramiento todas las capacidades porque son las que
estamos utilizando aquí. Una vez que se ejecutan esas capacidades, es
ir llevándolo poco a poco, con mucho trabajo», declara el teniente José
Sanromán.
El teniente Sanromán charlando con población maliense
Seguridad y protección
Dentro
de la compañía de Fuerza de Protección el teniente Sanromán manda una
sección, junto a otras del Ejército de Tierra. Realizan escoltas, guardias, patrullas
y «cometidos de seguridad y protección sobre todo», declara. El
sargento Movellán se encarga de mandar un pelotón. Mientras que el cabo
Miguel Ángel Rivero es tirador y el soldado Gutiérrez conductor de
blindado. «Cuando llegamos hacía bastante más calor, como unos diez grados más de media.
El cabo Rivero en su posición de tirador
Ahora, con la época de lluvias,
las temperaturas se han suavizado y la verdad es que es más llevadera
la misión para todos. Hace menos calor, en las guardias la gente no
sufre tanto y se agradece la lluvia», apunta el capitán Páramo. Lluvia
que «de momento no nos está dando muchos problemas con los vehículos»,
señala el soldado Gutiérrez. «A veces se te queda más en el barro, pero
sólo eso», dice el conductor.
Todos iguales
En primer plano, el sargento Movellán (izq) y el soldado Gutiérrez (der), en su vehículo
Cada día en la base de Koulikoro, que comparten con medio millar de militares de 26 países diferentes,
es distinto. «Según lo que nos toque», puntualiza el cabo Rivero,
«guardia, cometido...»
Los militares del Tercio de Armada desplegaron en
Malí, junto a la brigada de infantería ‘Canarias XVI’, contingente al
que se unieron militares del ejército de la República Checa. «Hemos
hecho bastantes amigos de otros países y con el Ejército de Tierra muy
bien, desde que tuvimos el primer contacto en Canarias no hay diferencia
Tierra-Armada. Somos todos iguales», afirma el cabo Rivero. El tiempo de ocio que tienen lo emplean en llamar a la familia,
aprovechando que en la base disponen de conexión a WhatsApp con sus
móviles. «Hablamos bastante y se hace mucho más ameno al poder ver a los
niños, a las mujeres y estar en contacto con ellos constantemente»,
declara el soldado Gutiérrez. Y también en realizar otras actividades,
como hacer deporte, descansar, jugar al ping pong, tomarse un café con
los compañeros y jugar a videojuegos.
No
obstante, puntualiza el teniente Sanromán, «vemos muy necesario ese
tiempo de ocio pero intentamos minimizarlo para que el personal tenga
tiempo para disfrutar leyendo un libro o lo que sea pero muchos tiempos vacíos propician que los días se pasen más lentos, y eso es lo que queremos evitar». Todavía les quedan tres meses de misión aproximadamente. «Seguimos con muchas ganas e ilusión.
Sabiendo cuál es nuestra misión aquí y que somos la frontera avanzada
de Europa en el Sahel», dice el capitán Páramo, jefe del contingente de
infantes de Marina isleños. «Vamos a contribuir a que en Malí continúe
mejorando la situación para que puedan controlar todo el Estado con su
ejército y así incrementar el nivel de seguridad en toda la región». (Jesús.R.G.)
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