
Canadá y Australia están mostrando un renovado interés por unirse al Programa Aéreo de Combate Global (GCAP), una iniciativa trilateral entre el Reino Unido, Japón e Italia para desarrollar un avión de combate polivalente de sexta generación antes de 2035. Recientes declaraciones de funcionarios de defensa y responsables políticos de ambos países indican que las conversaciones, aunque todavía preliminares, están empezando a tomar forma.
Las recientes acciones y declaraciones del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y del secretario de Defensa, Pete Hegseth, también pueden haber contribuido a una reevaluación por parte de Canadá y Australia de sus estrategias de adquisiciones de defensa y de la fiabilidad de Estados Unidos como socio de defensa, en particular en lo que respecta a los aviones de combate.
En Canadá, la decisión de la administración Trump en marzo de 2025 de imponer un arancel del 25% a las importaciones canadienses -citando riesgos para la seguridad nacional y el tráfico de drogas- ha aumentado las tensiones comerciales. Este hecho, combinado con las declaraciones públicas de Trump en las que se refería a Canadá como un «Estado» y sugería la anexión por medios económicos, ha provocado preocupación entre los funcionarios canadienses sobre la soberanía nacional y la trayectoria más amplia de las relaciones entre Estados Unidos y Canadá.
En respuesta, el primer ministro, Mark Carney, inició tanto una revisión del compromiso del país de adquirir 88 cazas F-35, un acuerdo valorado en 19.000 millones de dólares canadienses, como consultas con la Unión Europea encaminadas a reducir la dependencia del material militar estadounidense y explorar posibles alternativas como el Gripen o el Rafale.
El llamamiento del secretario de Defensa Hegseth a los miembros de la OTAN para que aumenten el gasto en defensa -sugiriendo niveles de hasta el 5% del PIB- fue interpretado en Ottawa como una señal de que aliados como Canadá deben asumir una mayor responsabilidad en sus propias capacidades de defensa. Hegseth también ha dado prioridad a la seguridad nacional y a la revitalización de la base industrial de defensa de Estados Unidos, incluyendo un enfoque en las ventas militares al extranjero, que los funcionarios canadienses ven como indicativo de una relación de defensa más transaccional y una necesidad de diversificar los canales de adquisición.
En Australia, la imposición por parte de la administración Trump de un arancel del 25% a las importaciones de acero y aluminio -revirtiendo exenciones anteriores- introdujo incertidumbre en la relación comercial entre Estados Unidos y Australia y suscitó inquietud sobre la durabilidad de acuerdos económicos de larga data.
Paralelamente, el ex primer ministro Malcolm Turnbull celebró un foro sobre política de seguridad en el que se cuestionó la fiabilidad de la alianza entre Estados Unidos y Australia y se sugirió que Australia reconsiderara su alineamiento estratégico con Estados Unidos. En este contexto, la Real Fuerza Aérea Australiana comenzó a evaluar los futuros requisitos de combate aéreo, incluidas posibles alternativas al F-35A y la exploración de sistemas aéreos de nueva generación y aviones colaborativos sin tripulación.
Simultáneamente, el acuerdo AUKUS sigue siendo un elemento central de la planificación de defensa de Australia, con Canberra comprometiendo 500 millones de dólares iniciales para apoyar la base industrial de submarinos de Estados Unidos como parte de su adquisición de submarinos de propulsión nuclear AUKUS.
El secretario Hegseth ha reconocido los compromisos financieros de Australia y reafirmado el enfoque estratégico de Estados Unidos en el Indo-Pacífico, aunque estos acontecimientos no han resuelto totalmente las preocupaciones de Australia sobre la coherencia de la política estadounidense. El efecto acumulativo de estos acontecimientos ha suscitado un creciente interés en ambos países por diversificar las asociaciones de defensa y reducir la dependencia de un único proveedor extranjero, aunque éste sea Estados Unidos.
La posibilidad de que Canadá participe en el GCAP fue planteada por David Chadwick, diputado liberal demócrata británico, en una investigación parlamentaria escrita fechada el 25 de marzo de 2025. Chadwick preguntó si el Ministerio de Defensa británico había considerado la posibilidad de invitar a Canadá a unirse al GCAP.
El 1 de abril de 2025, la ministra de Defensa, Maria Eagle, respondió que, aunque Canadá no es un participante formal, el Reino Unido, Japón e Italia siguen abiertos a la cooperación con otros países, siempre que dicha colaboración no retrase el calendario del programa y contribuya al desarrollo de futuras capacidades militares.
Esto señala una posible vía para la participación canadiense, y los analistas han señalado que Canadá puede ser un candidato adecuado debido a su pertenencia a la alianza de inteligencia Five Eyes y a sus fuertes lazos en materia de defensa con el Reino Unido. Además, la reciente adquisición del F-35A por parte de Canadá alinea su flota con las de los países del GCAP, todos los cuales operan o tienen previsto operar el mismo avión.
El compromiso de Australia con el GCAP ha sido más visible.
urante el Avalon Australian International Airshow de 2025, celebrado en Geelong, el vicemariscal del aire Nicholas Hogan, jefe de Capacidades de las Fuerzas Aéreas de la Real Fuerza Aérea Australiana (RAAF), confirmó que representantes del Reino Unido, Italia y Japón habían ofrecido una sesión informativa sobre el GCAP a oficiales australianos. Hogan describió la sesión como exploratoria, señalando que Australia había solicitado más detalles.
Destacó que el objetivo de la sesión era preparar a la RAAF para una posible interoperabilidad futura con los aviones del GCAP, especialmente en operaciones internacionales combinadas. Sin embargo, Hogan advirtió que el programa se encuentra en sus primeras fases, que el gobierno australiano no ha recibido ninguna opción de participación formal y que es demasiado pronto para presentar propuestas específicas a la consideración del gobierno.
Australia opera actualmente 72 cazas F-35A Joint Strike Fighters, 24 F/A-18F Super Hornets y 12 EA-18G Growlers.
El Programa Integrado de Inversiones 2024 prevé mantener y modernizar las flotas de Super Hornets y Growlers hasta 2040, mientras la RAAF gestiona el envejecimiento gradual de su inventario de cazas. Malcolm Davis, del Instituto Australiano de Política Estratégica, señaló durante una mesa redonda en Avalon que, aunque los nuevos sistemas de combate autónomos están avanzando, los aviones con tripulación seguirán siendo fundamentales en la combinación de capacidades de Australia.
El Vice-Mariscal del Aire John Haly, jefe de Planes Estratégicos Militares, subrayó que las decisiones relativas a nuevas adquisiciones o asociaciones en programas de desarrollo extranjeros corresponderán en última instancia al gobierno, con la aportación de la RAAF.
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