
En declaraciones a los periodistas tras la cumbre de la Unión Económica Euroasiática [EAA] en Minsk, Putin reveló planes para reducir gradualmente el gasto en defensa a partir de 2026, una medida que contrasta fuertemente con el reciente compromiso de la OTAN de aumentar su presupuesto de defensa colectiva al 5% del PIB durante la próxima década.
El anuncio llega mientras Rusia lidia con una alta inflación y sanciones económicas, lo que plantea interrogantes sobre la sostenibilidad de su estrategia fiscal y sus implicaciones más amplias para los mercados globales y la dinámica geopolítica. Putin describió los indicadores económicos de Rusia como "satisfactorios", pero reconoció desafíos, incluyendo modestas proyecciones de crecimiento para 2025 para combatir la inflación. Este cambio en la política fiscal podría marcar una recalibración de las prioridades de Rusia mientras navega por un complejo panorama económico y geopolítico.
La cumbre de la UEA, organizada en el Palacio de la Independencia, proporcionó una plataforma para que Putin esbozara la estrategia económica de Rusia al tiempo que reforzaba los lazos con aliados regionales como Bielorrusia, Armenia, Kazajistán y Kirguistán. El momento de sus observaciones, tras las discusiones sobre la liberalización del comercio y los corredores de transporte, subraya el esfuerzo del Kremlin para proyectar la resiliencia a pesar de las sanciones occidentales.
Con el gasto en defensa consumiendo casi un tercio del presupuesto federal de Rusia 2025, el anuncio de futuros recortes ha desatado la curiosidad entre inversores y analistas sobre cómo Moscú planea equilibrar sus ambiciones militares con estabilidad económica. Este artículo explora las implicaciones del presupuesto militar récord de Rusia, la reducción planeada y las consecuencias económicas y geopolíticas más amplias para una nación bajo presión.
El récord de 2025 presupuesto militar
El presupuesto de defensa de Rusia, que asciende a 13,5 billones de rublos, representa la proporción más alta del PIB desde la Guerra Fría, cuando los gastos militares de la Unión Soviética a menudo superaron el 10% de su producción económica. El presupuesto de este año, que representa el 32,5% del gasto federal total, refleja un aumento del 25% con respecto a 2024, impulsado por el aumento de las inversiones en el sector industrial de defensa.
El aumento ha alimentado las operaciones las 24 horas del día en las plantas de defensa, con importantes fondos estatales asignados a la modernización de equipos, ampliando la producción de drones, vehículos de combate de infantería y aviones, y ofreciendo bonos para atraer reclutas militares. La escala de este gasto ha hecho comparaciones con la era soviética, cuando los presupuestos masivos de defensa tensaron la economía en general, contribuyendo a los desequilibrios fiscales que se mantuvieron en el período posterior a la Guerra Fría.
La carga financiera de este presupuesto es evidente en la creciente dependencia de Rusia de sus reservas fiscales y de los préstamos internos. El Ministerio de Finanzas informó en abril de 2025 que se prevé que el déficit presupuestario alcance el 1,7% del PIB, frente a una estimación anterior del 0,5%, debido en gran medida a una reducción del 24% en los ingresos energéticos esperados, un pilar crítico de la economía rusa. Para cerrar esta brecha, el gobierno ha aprovechado el Fondo Nacional de Riqueza, una reserva soberana construida con ingresos por petróleo y gas.
Los puestos de X han puesto de relieve las preocupaciones sobre el agotamiento de las reservas, y algunos analistas han advertido que los activos líquidos del fondo podrían enfrentar una tensión significativa si el gasto militar continúa a este ritmo. Además, el Ministerio de Finanzas ha tomado prestados casi 3 billones de rublos en el primer semestre de 2025 a través de emisiones de bonos nacionales, lo que indica una mayor presión sobre el marco fiscal de Rusia.
Históricamente, el gasto en defensa de Rusia ha fluctuado en respuesta a las tensiones geopolíticas. Durante la década de 1980, la Unión Soviética asignó hasta un 15% del PIB a la defensa, un nivel que contribuyó al estancamiento económico. La cifra actual del 6,3%, si bien es menor, es sustancial para una economía moderna que se enfrenta a sanciones externas y presiones inflacionistas internas.
La pregunta a la que se enfrenta Moscú es si este nivel de gasto es sostenible sin comprometer otros sectores, como la infraestructura o el desarrollo tecnológico. Con las exportaciones de energía, una fuente clave de ingresos, limitada por las sanciones y la fluctuación de los precios mundiales, la capacidad de Rusia para mantener este presupuesto sin agotar las reservas ni aumentar los préstamos sigue siendo incierta.
Recortes de defensa previstos en 2026: un pivote estratégico?
El anuncio de Putin de que Rusia tiene la intención de reducir el gasto militar a partir de 2026 ha levantado las cejas entre los analistas, particularmente dado el momento en medio de las continuas tensiones geopolíticas. Al hablar en Minsk, señaló que no se han alcanzado acuerdos finales entre el Ministerio de Defensa, el Ministerio de Finanzas y el Ministerio de Desarrollo Económico, pero las discusiones tienden hacia una reducción gradual en los próximos tres años.
Este cambio contrasta con la reciente decisión de la OTAN de aumentar su objetivo de gasto colectivo de defensa al 5% del PIB para 2035, una medida que Putin criticó como el apoyo al complejo militar-industrial de Estados Unidos.
Sugirió que los recortes planificados por Rusia reflejan un enfoque en el logro de objetivos militares específicos en lugar de perseguir una expansión agresiva, un golpe puntual a las narrativas occidentales.
Las posibles razones de la reducción prevista son polifacéticas. La alta inflación, que Putin reconoció como un desafío persistente, ha erosionado el poder adquisitivo y aumentado el costo de los préstamos del gobierno. El Banco Central de Rusia ha subido las tasas de interés varias veces en 2025 para frenar la inflación, con la tasa clave que alcanzó el 21% a finales de 2024, según Reuters. Este endurecimiento de la política monetaria ha creado tensión con el enfoque fiscal expansivo del gobierno, ya que los costos de endeudamiento más altos complican los esfuerzos para financiar el déficit.
Además, la reducción de los ingresos energéticos, derivada de las sanciones occidentales y un cambio en la demanda global hacia proveedores alternativos, han limitado la flexibilidad fiscal de Rusia.
Los recortes previstos también pueden reflejar una reevaluación estratégica, ya que Moscú busca estabilizar su economía manteniendo al mismo tiempo su influencia regional a través de la UEA.
Las implicaciones fiscales de estos recortes podrían implicar nuevas medidas de ingresos. Aunque no se han anunciado planes específicos, los analistas especulan que el Kremlin podría considerar aumentar los impuestos a las empresas o a los individuos de altos ingresos para compensar el déficit. Alternativamente, el gobierno podría confiar en nuevos mecanismos nacionales de endeudamiento o financiamiento innovador, como préstamos respaldados por el Estado a través de bancos comerciales.
Estas medidas tendrían como objetivo equilibrar el presupuesto sin socavar la base industrial de defensa, que emplea a miles y apoya a las economías regionales. La reducción prevista, de aplicarse, podría liberar recursos para sectores no militares, pero corre el riesgo de perturbar el impulso de la industria de defensa y podría señalar un cambio en la postura global de Rusia.
Rusia es la resiliencia económica: hecho o fachada?
Putin afirma que las sanciones occidentales no han perjudicado a la economía de Rusia ha sido recibida con escepticismo por algunos analistas, que apuntan a crecientes presiones económicas. Hablando en Minsk, describió los indicadores económicos de Rusia como "satisfactorios", citando una tasa de crecimiento en la UEA que supera la media global del 3,3%.
Señaló que el PIB colectivo de la UEA ha aumentado de 1,6 billones de dólares a 2,6 billones de dólares en la última década, con una rotación comercial con terceros países que alcanza los 800 mil millones de dólares. Sin embargo, admitió que el crecimiento de Rusia 2025 será mucho más modesto para abordar la inflación, que ha sido un desafío persistente. Las agresivas subidas de tipos del Banco Central reflejan la severidad de la emisión, y se prevé que la inflación supere el 8% en 2025, según estimaciones de Bloomberg.
El Banco Central de Rusia desempeña un papel fundamental en la gestión de estas presiones. El aumento de las tasas de interés tiene como objetivo estabilizar el rublo y frenar los aumentos de precios, pero este enfoque ha creado fricciones con la expansión fiscal impulsada por la defensa del gobierno. Las políticas del banco han priorizado el control de la inflación por encima de estimular el crecimiento, lo que ha llevado a una perspectiva económica más lenta para 2025.
Esta tensión entre política monetaria y fiscal refleja los desafíos que enfrentan otras naciones bajo sanciones, como Irán, que ha luchado por equilibrar el gasto militar con estabilidad económica. Durante la década de 2010, el banco central de Irán utilizó aumentos similares de tipos para gestionar la inflación, pero las sanciones prolongadas condujeron a la depreciación de la moneda y a la reducción del nivel de vida, un cuento de advertencia para Rusia.
Comparativamente, grandes potencias como Estados Unidos y China han negociado altos presupuestos militares con diferentes resultados. En 2008, Estados Unidos gastó aproximadamente el 4,3% del PIB en defensa durante la crisis financiera global, confiando en su vasta base económica y su estatus de moneda de reserva global para absorber los costos.
China, con el gasto en defensa en torno al 1,9% del PIB en 2025, se beneficia de una economía diversificada y de mercados de exportación robustos, lo que le permite invertir fuertemente en tecnología e infraestructura junto a sus militares.
La dependencia de Rusia de las exportaciones de energía y de una base industrial más estrecha la hace más vulnerable a las crisis externas, lo que plantea interrogantes sobre la viabilidad a largo plazo de su estrategia actual.
Las sanciones siguen moldeando la realidad económica de Rusia. Las restricciones a las exportaciones de energía, en particular a Europa, han reducido los ingresos, mientras que las prohibiciones a las importaciones de tecnología han obstaculizado la modernización industrial. A pesar de estos desafíos, Rusia ha pivotado hacia mercados alternativos, aumentando el comercio con China e India.
El papel de la UEA en la facilitación de los corredores comerciales, discutido en la cumbre de Minsk, tiene como objetivo reforzar los lazos económicos con Asia, pero el impacto sigue siendo limitado en comparación con la mayoría de los mercados europeos. La pregunta sigue siendo si Rusia puede mantener su resiliencia económica o si la retórica optimista de Putin enmascara vulnerabilidades más profundas.
Industria de defensa: motor de crecimiento o ancla económica?
El complejo industrial de defensa de Rusia ha sido una piedra angular de su economía en 2025, impulsado por el aumento de las inversiones en capacidad de producción. Las fábricas que producen drones, como el Kalashnikov Concerns Geran-2, y vehículos de combate de infantería como el BMP-3 han operado a plena capacidad, apoyados por contratos estatales y acuerdos de exportación.
El Geran-2, un vehículo aéreo no tripulado de bajo coste con un alcance de hasta 2.500 kilómetros, ha sido un producto insignia, con una producción escalada para satisfacer la demanda tanto nacional como internacional. Del mismo modo, el BMP-3, equipado con una pistola de 100 mm y sistemas avanzados de control de incendios, sigue siendo un pilar de las fuerzas terrestres y la cartera de exportaciones de Rusia.
Estas plataformas han fortalecido la posición de Rusia en el mercado mundial de armas, que fue valorado en 492.000 millones de dólares en 2024, según el Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz.
Sin embargo, el fuerte enfoque en la defensa tiene un costo. La reorientación del trabajo y el capital de los sectores civiles ha limitado el crecimiento en industrias como la automoción y los bienes de consumo. Las ventas de vehículos en Rusia cayeron un 27,5% interanual en mayo de 2025, lo que refleja desafíos económicos más amplios. El crecimiento del sector de defensa también ha profundizado la dependencia de Rusia de las industrias respaldadas por el Estado, lo que plantea preocupaciones sobre la diversificación económica. Si el gasto militar disminuye según lo planeado, la industria de defensa podría enfrentar despidos o contratos reducidos, impactando a las regiones dependientes de estos empleos. Por el contrario, mantener los altos riesgos de inversión que dificulten aún más las reservas fiscales, creando un delicado acto de equilibrio para los responsables políticos.
A nivel mundial, Rusia sigue siendo un actor importante en el mercado de armas, compitiendo con Estados Unidos y China. Estados Unidos, con su programa F-35 y sistemas avanzados de misiles como el THAAD, domina el armamento de alta tecnología, mientras que los rápidos avances de China en drones y plataformas navales han ampliado su cuota de mercado. La fuerza de Rusia radica en sistemas rentables y probados en batalla como el sistema de defensa aérea S-400, que ha atraído a compradores en Asia y Oriente Medio.
Sin embargo, las sanciones tienen un acceso limitado a componentes críticos, lo que obliga a Rusia a depender de sustitutos nacionales o importaciones de socios como China. La sostenibilidad de este modelo dependerá de la capacidad de Rusia para innovar bajo restricciones.
Efectos de la ola geopolítica: un panorama global cambiante
Las decisiones presupuestarias de Rusia tienen implicaciones significativas para sus relaciones con las potencias mundiales y aliados regionales. La UEA, que Putin destacó como un centro clave de crecimiento económico, sirve de contrapeso a la influencia occidental, con planes para expandir los corredores comerciales y profundizar los lazos con China e India. La cumbre de Minsk subrayó el compromiso de Rusia con la integración regional, con debates centrados en la liberalización de los mercados y la mejora de la infraestructura de transporte. Estos esfuerzos tienen por objeto compensar el impacto de las sanciones occidentales, que han cortado las rutas comerciales tradicionales y las redes financieras.
La reducción prevista del gasto militar podría indicar un deseo de reducir las tensiones, particularmente con Occidente. Los comentarios de Putin sobre las negociaciones en curso con Ucrania, incluidos los planes para una tercera ronda de conversaciones en Estambul, sugieren una voluntad de participar diplomáticamente. Señaló que Rusia y Ucrania han intercambiado memorandos, pero sus posiciones permanecen muy alejadas, lo que indica un camino complejo hacia la paz. La perspectiva de una reducción del gasto militar podría interpretarse como un gesto hacia la estabilidad, pero los líderes occidentales siguen siendo escépticos, dadas las actividades militares en curso de Rusia.
Los inversores y los mercados han reaccionado con cautela a los anuncios de Rusia. El rublo, que se ha enfrentado a la volatilidad debido a las sanciones, se mantuvo estable tras los comentarios de Putin, pero las permutas de cobertura de cobertura crediticia que reflejan la prima de riesgo de Rusia han aumentado ligeramente, según datos de Bloomberg.
Agencias de calificación como Moodys han mantenido la calificación crediticia de Rusia en Ba3, citando preocupaciones sobre la sostenibilidad fiscal y los riesgos geopolíticos. Los inversores son particularmente cautelosos con la dependencia de Rusia de los ingresos energéticos, que han disminuido debido a las sanciones y los cambios de mercado global. Los recortes presupuestarios previstos podrían tranquilizar a los mercados, pero sólo si van acompañados de reformas fiscales creíbles.
El mercado mundial de la energía, un factor crítico en la economía de Rusia, también podría verse afectado. La reducción del gasto militar podría permitir a Rusia reorientar los fondos hacia la infraestructura energética, estabilizando la producción y las exportaciones. Sin embargo, con Europa acelerando su transición a fuentes de energía alternativas, la influencia de Rusia sobre los precios mundiales del petróleo y el gas puede disminuir. Esta dinámica podría remodelar sus relaciones con aliados dependientes de la energía en la UEA y más allá.
Equilibrio de la fuerza y la estabilidad
El presupuesto militar récord de Rusia para 2025 y la reducción prevista a partir de 2026 reflejan una nación en una encrucijada. El aumento del 25% en el gasto en defensa ha reforzado su complejo militar-industrial, permitiendo la producción de sistemas avanzados como el dron Geran-2 y el vehículo BMP-3, pero ha tensado las reservas fiscales y alimentado la inflación.
Los esfuerzos del Banco Central para controlar el aumento de los precios a través de altas tasas de interés han creado tensión con las prioridades de gasto del gobierno, haciéndose eco de los desafíos que enfrentan otras economías sancionadas como Irán.
Las comparaciones con Estados Unidos y China destacan las vulnerabilidades únicas de Rusia, en particular su dependencia de las exportaciones de energía y la limitada diversificación económica.
Los recortes previstos, de concretarse, podrían aliviar las presiones fiscales y señalar un cambio hacia la estabilización económica, pero corren el riesgo de perturbar el sector de la defensa y la influencia militar global de Rusia. Geopolíticamente, las decisiones presupuestarias darán forma a las relaciones de Rusia con los socios de Occidente, China y EAEU, al tiempo que afectarán a los mercados energéticos globales y a la confianza de los inversores. Mientras Rusia navega por estos desafíos, el mundo observa ver si puede equilibrar sus ambiciones militares con resiliencia económica.
Fuente: https://bulgarianmilitary.com/
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