A pesar de sus efectos destructivos, las
guerras y conflictos han sido a lo largo de la historia, fuentes
inagotables de conocimientos y han provocado unos extraordinarios
avances para la humanidad, pudiendo hablarse de verdaderas revoluciones. Algunos autores establecen que las
innovaciones tecnológicas y doctrinales aplicadas al ámbito de las
fuerzas armadas podrían ser tan importantes, que en ocasiones llegaran a
influir poderosamente, no solo en los materiales, las tácticas, las
técnicas y los procedimientos, sino incluso en la actuación del gobierno
de las naciones o en la propia política de los estados.
Por ello, debe establecerse claramente
que las guerras y conflictos son algo más que la mera utilización de
artefactos en el campo de batalla, y así debe prestarse atención no sólo
a la tecnología, sino también a los aspectos doctrinales y
organizativos. Sin embargo, no es un asunto sencillo, establecer un
procedimiento de retroalimentación de enseñanzas que permita afrontar el
reto de la constante evolución de la guerra y de los diferentes
factores que la condicionan. El proceso de identificación y
asimilación de estos factores innovadores, no es nuevo, pero si ha
sufrido diferentes avatares a lo largo de la historia, en todos aquellos
países que se han visto envueltos en conflictos y misiones
internacionales durante los últimos años.
El objeto principal del presente trabajo
es establecer el grado en que el sistema de lecciones aprendidas en el
Ejército de Tierra español ha servido para sustentar este constante
proceso de retroalimentación que busca implementar mejoras en la
tecnología, la doctrina, la orgánica, los procedimientos, la táctica y
hasta la forma y manera de comportarse de los miembros de nuestra
institución en los conflictos recientes, en los que han tenido presencia
nuestras Unidades. A lo largo de este documento,
intentaremos poner de manifiesto la importancia de las lecciones
aprendidas como pilar en el que poder basar las mejoras en el Ejército
español. Para ello, trataremos de definir que son las lecciones
aprendidas, pondremos de manifiesto cómo funcionan las LLAA en el ET
español y finalmente, resaltaremos cómo se han aplicado las LLAA durante
el desarrollo de la misión en Afganistán a lo largo de casi diez años
de participación en la misma de nuestras Unidades.
El término Lecciones Aprendidas es ampliamente usado para describir personas, cosas y actividades relacionadas con la acción de aprender de la experiencia para alcanzar mejoras. De manera global, el procedimiento de Lecciones Aprendidas en una organización puede resumirse como un sistema de aproximación formal al aprendizaje, a través del cual sus miembros de manera individual y la propia organización en su conjunto, puedan reducir el riesgo de repetir los errores pasados e incrementar las posibilidades de que se repitan los éxitos alcanzados. En el contexto militar, significa la reducción de los riesgos en las operaciones, incrementar la eficiencia y aumentar la efectividad operativa.
Las lecciones aprendidas describen algo más que sólo aprender de la experiencia. El aprendizaje debe ser usado para justificar los cambios que nos llevarán a mejorar nuestro rendimiento. Esto está claramente reflejado en la doctrina OTAN en la que quese establece:
“El propósito del procedimiento de
Lecciones Aprendidas es aprender eficientemente de la experiencia y
proporcionar justificaciones validadas para enmendar la manera actual de
hacer las cosas y mejorar el rendimiento, tanto durante el desarrollo
de una operación en curso, como en las sucesivas que se emprendan. Esto
requiere que sean significativas y que sean sometidas a la consideración
de la autoridad adecuada y responsable para su consideración. También
requiere de la cadena de mando, tener un claro conocimiento sobre como
priorizar las lecciones y como ponerlas en práctica”- AJP-3(B) Doctrina
Aliada Para la conducción de las operaciones.
Dependiendo del empleo que se haga de él
por parte de cada nación, puede encontrarse el término Lecciones
Aprendidas aplicado bien al resultado final de un proceso formal de
aprendizaje o al de los resultados inmediatos, produciéndose una
dicotomía de difícil diferenciación a veces entre las Lecciones
Aprendidas y las Lecciones Identificadas. Ciñéndonos ya al ámbito de Ejército de
Tierra español, con el término lecciones aprendidas y todo el bagaje
cultural que conlleva, nos referimos a la aplicación a la milicia de la
capacidad que tenemos y siempre hemos tenido las personas de aprender de
la experiencia propia o de otras, e incluso la tendencia innata de
algunas personas a no hacerlo. En el caso de España, su ingreso en la
OTAN y en la UE, la profesionalización de sus FFAA, la participación en
misiones internacionales o las sucesivas revisiones de su política de
defensa, han hecho necesario crear un sistema de retroalimentación de
enseñanzas que permita actualizar y adecuar la implementación de una
serie de mejoras en nuestro Ejército, partiendo de las experiencias
asimiladas.
El
cambio por tanto no ha sido el aprender de estas experiencias, ya que
esto siempre lo hemos sabido hacer, sino el proceso de aprendizaje. Lo
que hacemos ahora, y quizá lo más importante, es registrar nuestras
experiencias, y antes de aplicarlas someterlas a un análisis, hacer una
implementación, un contraste y una validación (o bien desecharlas si no
son útiles), pero siempre manteniendo una constancia de estas
experiencias, de su análisis y de cómo y porqué se aplicaron para
cambiar algo a mejor, de tal forma que los posibles cambios de variables
a los que nos hemos referido antes, no supongan un nuevo comienzo, sino
un estudio de lo realizado y sobre todo que los cambios que se realicen
se hagan con una cierta intención de permanencia en el tiempo de los
mismos.
Si esta teoría la llevamos a la
práctica, lo que hemos conseguido en estos años de desarrollo e
implementación del concepto, es disponer de una gran caja llena de
experiencias, analizadas y valoradas, a la que puede acudir cualquier
analista para conseguir mejorar y completar su trabajo; y así las
lecciones aprendidas hoy en día se aplican a los campos de:
- La preparación, fundamentalmente, adecuando los procedimientos de empleo de las unidades.
- La organización, modificando y adecuando plantillas
- El equipamiento, iniciando procesos de adquisición y mejora de materiales y estableciendo los criterios para los mismos
- Las publicaciones doctrinales
- La enseñanza.
Pudiendo afectar también a otras áreas
como puedan ser: liderazgo, personal y todo lo relacionado con esta
función logística, incluyendo administración y disciplina, o
infraestructura. Podemos por tanto decir que, la
aparición de este concepto no nos ha supuesto un cambio en sí en nuestro
quehacer diario, sino un cambio total en la mentalidad de la
institución.
El sistema de lecciones aprendidas en el Ejército de Tierra español
La noción de LLAA adquirió oficialmente
carta de naturaleza en el Ejército de Tierra en octubre de 2006 con la
aparición del documento Concepto de Lecciones Aprendidas. Este
concepto ha ido evolucionando hasta su formulación actual contemplada en
la Norma General 06/13 del Estado Mayor del Ejército, que regula el
Subsistema de Investigación y Doctrina (SUIDOC). Para desarrollar la estructura del
procedimiento de LLAA, diferenciamos entre las observaciones obtenidas
en el desarrollo ordinario de las actividades, en el marco de la
estructura orgánica, y las derivadas de las operaciones y ejercicios, en
el ámbito de la estructura operativa. Las primeras se desarrollan
mediante un procedimiento específico dentro del ET y en principio no
están sujetas a ninguna clasificación de seguridad.
Las segundas, relacionadas directamente con la ejecución de las operaciones, trascienden del ámbito del ET, ya que las unidades se encontrarán normalmente bajo mando operativo del Mando de Operaciones y serán materia clasificada. Las LLAA son el resultado de todo un proceso que tiene su origen en la observación de un hecho concreto que, por resultar novedoso y relevante, puede ser objeto de estudio, ya sea para adoptar medidas correctoras o para tomarlo como ejemplo o pauta de actuación. En el seno del ET las actividades de las unidades se realizan de acuerdo con normas y procesos establecidos. El proceso de LLAA debe finalizar con conclusiones que impulsen la evolución de dichas normas y procedimientos introduciendo elementos de mejora que se materializarán en los siguientes aspectos:
- Doctrina: modificaciones, adaptaciones o nuevas redacciones en las publicaciones reglamentarias, procedimientos operativos o cualquier normativa en vigor.
- Orgánica: modificaciones en la orgánica, en el diseño de las unidades, en la estructura de Mando y Control, de apoyo logístico y aquellos aspectos que impliquen un cambio organizativo.
- Materiales: transformaciones o sustituciones en los materiales empleados o propuestas de adquisiciones.
- Enseñanza: modificaciones, adaptaciones o nuevas redacciones de los programas de estudios o normativa en vigor.
- Instrucción y adiestramiento: igualmente modificaciones, adaptaciones o nuevas redacciones de los sistemas de instrucción, adiestramiento y evaluación empleados.
El proceso sigue un esquema
jerarquizado, es decir, que toda observación/experiencia que una unidad
no pueda sancionar por sí misma, después del correspondiente análisis,
debe ser elevada a la unidad superior hasta llegar a aquella que tenga
competencia para adoptar las oportunas medidas correctoras y sancionar
la decisión adoptada. El proceso de LLAA afecta a la totalidad del ET y
en él deben participar todas sus unidades. Dentro de la cadena orgánica del
Ejército de Tierra, el Mando de Adiestramiento y Doctrina (MADOC) tiene
delegadas del Jefe del Estado Mayor del Ejército (JEME) las competencias
en materia de investigación y Doctrina, las cuales ejerce a través de
la Dirección de Investigación, Doctrina, Orgánica y Materiales (DIDOM),
entre cuyos cometidos se encuentran:
- Participar en el proceso de Lecciones Aprendidas, en aquellas materias que sean de su competencia.
- Integrar, analizar y difundir la información de organismos nacionales e internacionales, para la formulación de tendencias generales en relación con la organización del ET, la preparación y la formulación de Lecciones aprendidas.
- Dirigir el proceso de elaboración e integración de Lecciones Aprendidas, en el ámbito de los campos de actividad del Apoyo a la Preparación.
- Esto nos hace ver que en el MADOC, la DIDOM, es el órgano competente en materia de LLAA en el ET, dirigiendo y participando en la elaboración e integración de las mismas. Para llevar a cabo este cometido, la DIDOM encuadra orgánicamente una Sección de Lecciones Aprendidas (SLA), y para el cumplimiento de sus tareas, cuenta como órganos de ejecución, con los siguientes:
- Las diferentes Jefaturas de Adiestramiento de las distintas especialidades fundamentales y áreas específicas con que cuenta el ET.
- Los Oficiales de Enlace (OFEN) del MADOC en organismos análogos extranjeros.
- Las Unidades, Centros y Organismos (UCO) del ET.
Con
esta estructura, se dispone de una base sólida para la explotación de
las experiencias contrastadas, tanto en operaciones como en ejercicios, y
así obtener enseñanzas que permitan mejorar los ámbitos de la
organización, preparación, equipamiento y empleo del ET, mediante un
procedimiento adecuadamente establecido. A lo largo de todo el ciclo, las
Unidades son el verdadero epicentro del mismo, siendo a la vez
protagonistas de las actividades y receptoras de las enseñanzas una vez
depuradas, iniciando y retroalimentando continuamente el proceso. Este proceso lo realizarán las propias
unidades, ejecutando el ciclo completo hasta donde la capacidad les
permita o elevándolo por la cadena orgánica hasta que el mando con
capacidad suficiente cierre el ciclo.
Todo ello, quedará registrado en la base de datos de LLAA, de tal forma que cada observación se corresponda con una ficha, visible o no al resto de unidades según la decisión del mando que sanciona. El proceso de LLAA consta de seis fases (observación, análisis, aprobación interna, implementación, sanción y difusión), ninguna más importante que otra, aunque lo cierto es que si no se llegan a cumplir todas, no se alcanzará el objetivo final. De todas ellas, cobra especial importancia la difusión, ya que de nada serviría disponer de las experiencias si no pueden ser conocidas y aplicadas por los usuarios. Dentro de esta fase,el MADOC, además de gestionar la base de datos de LLAA, elabora una serie de documentación en diferentes formatos que hacen más fácil la difusión y asimilación de estas LLAA.
Todo ello, quedará registrado en la base de datos de LLAA, de tal forma que cada observación se corresponda con una ficha, visible o no al resto de unidades según la decisión del mando que sanciona. El proceso de LLAA consta de seis fases (observación, análisis, aprobación interna, implementación, sanción y difusión), ninguna más importante que otra, aunque lo cierto es que si no se llegan a cumplir todas, no se alcanzará el objetivo final. De todas ellas, cobra especial importancia la difusión, ya que de nada serviría disponer de las experiencias si no pueden ser conocidas y aplicadas por los usuarios. Dentro de esta fase,el MADOC, además de gestionar la base de datos de LLAA, elabora una serie de documentación en diferentes formatos que hacen más fácil la difusión y asimilación de estas LLAA.
Esta documentación se elabora en base a un conjunto de experiencias, lecciones identificadas, lecciones aprendidas y buenas prácticas, sobre un tema o escenario determinado, a las que se les procura dar una estructura amena, complementándola con información obtenida de las fuentes. El campo más interesante de extracción de LLAA es el de las operaciones en el exterior, siendo ahí donde las unidades aplican sus procedimientos y dan la talla sobre su adiestramiento y preparación; sin embargo, y como consecuencia de que las unidades son transferidas bajo mando operacional (OPCOM) del Jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), el ET sólo es responsable del apoyo a las operaciones, es decir del sostenimiento del esfuerzo y del sostenimiento de la fuerza.
Precisamente para estas tareas de sostenimiento, se debe mantener un contacto permanente con nuestras unidades y cuarteles generales desplegados en las diferentes zonas de operaciones, a fin de realizar un continuo análisis de experiencias para el desarrollo de LLAA que mejoren la organización, generación y preparación de los nuevos contingentes, así como la revisión de la doctrina, tácticas y procedimientos del ET para obtener una mayor eficacia en el empleo de las unidades terrestres en operaciones. En este caso, se hace necesaria la integración de los Ejércitos y la Armada en el proceso de LLAA aplicado por el Mando de Operaciones (MOPS), responsable, por delegación del JEMAD, de la conducción de las operaciones. La primera conclusión que se deriva es la dicotomía existente entre dos cadenas y procedimientos diferentes de extracción de LLAA, ya que suelen existir diferencias de tratamiento de la información y de interpretación de experiencias, no siendo posible un único procedimiento común.
No obstante, no debe perderse de vista que la finalidad de todos los órganos que intervienen en el proceso de LLAA de una organización, no debe consistir únicamente en la obtención de enseñanzas para sí misma y su dominio, sino en compartir esta información con las adyacentes, para lo que se deberán esforzar en poner en común y hacer llegar a éstas la información útil que requieran, así como requerir el proceso inverso. Esto no es sólo una situación extraordinaria entre MOPS y ET, igualmente ocurre cuando alguna unidad o estructura española se integra en alguna organización superior, como pueden ser la OTAN, la UE o el Eurocuerpo. En este sentido debe descartarse el concepto de información única y tender hacia el de información compartida y adecuadamente distribuida. A lo largo de estos años de andadura en el campo de las LLAA, se han llevado a cabo trabajos en dos direcciones fundamentalmente.
1º) Una esforzada labor de recopilación de información, estudiando:
- Los diferentes informes realizados por las unidades desplegadas en ZO ( fin de misión, preparación o reconocimientos)
- ntrevistas post-misión realizas al personal participante.
- Resúmenes de información de las unidades desplegadas.
- Informaciones obtenidas a través de las vídeo-conferencias (VTC) de sostenimiento a las operaciones.
- Informes de los Oficiales de Enlace (OFEN) del MADOC destacados en organismos similares de los países de nuestro entorno.
- Revistas específicas sobre temas concretos y fuentes de información abiertas sobre los mismos.
- Seguimiento de páginas WEB de organizaciones internacionales o de otros países.
2º) Difusión de la información recibida y
convenientemente elaborada, mediante la oferta no sólo de la base de
datos sobre LLAA disponible, sino también a través de la confección de
una serie de documentos tales como:
- Informes sobre Zonas de Operaciones.
- Informes sobre Protección de la Fuerza.
- Informes monográficos.
- Entrevistas post-misión.
- Otros informes.
Mediante todos ellos, se consigue alcanzar el objetivo fundamental del proceso de LLAA en el ET, que no es otro que: “La
explotación oportuna de las experiencias obtenidas en operaciones y
ejercicios para obtener enseñanzas que permitan mejorar en los ámbitos
de la organización, preparación, equipamiento y empleo del ET”.
Análisis de los cambios
producidos en el Ejército de Tierra como consecuencia de la aplicación
del Sistema de Lecciones aprendidas
Desde
su implantación, la adecuada aplicación del proceso de LLAA ha ido
provocando numerosos cambios en el ET, algunos de ellos tan profundos,
que en el horizonte reciente de 25 años, han motivado transformaciones
sustanciales en la institución, hasta el punto de poder hablar de
pequeñas revoluciones, en algunos de los campos que a continuación
pasamos a analizar:
Innovación tecnológica
Actualmente vivimos en la era de la
información en una sociedad digital, en la que el funcionamiento de
todos los organismos del estado, servicios públicos, negocios, sistema
bancario, bolsa, e incluso la defensa, dependen en abstracto del
ciberespacio y de su expresión más tangible, Internet. El ciberespacio
es la espina dorsal de la capacidad tecnológica, económica e industrial
de este siglo. Trasladado al campo de batalla, la
revista The Economist”, lo expresaba en un artículo, en el que
reflejaba, que en el campo tecnológico, se desarrolla a través de tres
aspectos fundamentalmente:
El primero, la obtención de información a
través de sensores en satélites y en aviones, tripulados o no, que
pueden monitorizar todo lo que sucede en una extensa área.
El segundo, el procesamiento de la
información adquirida. Los avanzados sistemas de mando, control,
comunicaciones, ordenadores e inteligencia, conocidos como C4I, dan
sentido a la información reunida y la vierten sobre las pantallas de los
mandos y sistemas de armas asignando objetivos a los mismos con
carácter selectivo.
El tercero, actuar conforme a la
información recibida y procesada, usando armas de alta precisión y largo
alcance, que pueden destruir blancos a cientos de kilómetros del
disparador.
Hasta aquí están claras las tendencias, pero veamos cómo se han trasladado estas tecnologías al ET español:
Nuestro Ejército ha evolucionado en dos
fases. En la primera de ellas, parece contrastado que hemos conseguido
una gran capacidad para competir en el área de plataformas terrestres de
combate y transporte; en sistemas de simulación, en electrónica y en
optrónica, con una alta capacidad de integración en guerra electrónica;
en sensores, fusión de datos y tratamiento de señales; también en
tecnologías de seguridad interior para protección de infraestructuras,
ciberseguridad y comunicaciones seguras, en plataformas aéreas no
tripuladas, y en logística, sobre todo en lo que respecta al
sostenimiento de las operaciones.
Sin embargo, en la segunda de estas fases, las conclusiones no son tan optimistas. La multiplicidad de los conflictos asimétricos que aparecen en el panorama internacional, nos llevan a la conclusión de que para asegurar la supremacía sobre el adversario, no sólo es necesario disponer de una mayor potencia de combate, sino que se hace imprescindible ser preponderantes también en tecnología. La acción de pequeñas unidades de combate frente a las grandes operaciones conjuntas, no es ya una LLAA, sino una verdadera realidad. El protagonismo que recobra el combatiente individual en los conflictos actuales es incuestionable. En el cumplimiento de su misión, sus tareas abarcan un amplio espectro que va desde tareas de combate, reconstrucción, asistencia militar, enlace, hasta la interacción con la población local, seguridad inmediata, etc. Pudiendo mejorarse mucho más en este campo.
El programa denominado “el combatiente del futuro”, siendo pionero en estas mejoras, es quizás el que más estancado se encuentra. La necesidad de mejorar las capacidades del combatiente individual se hace patente en todas las LLAA extraídas de los últimos conflictos.
La nanotecnología juega
un papel fundamental en el equipamiento del soldado del futuro. Debe
tenerse en cuenta que los equipos informáticos y de comunicaciones deben
ser transportados por dichos soldados, lo que supone grandes
limitaciones de peso para evitar el impacto negativo que ello tiene en
cuanto a maniobrabilidad y supervivencia en el campo de batalla. En el
futuro, nuevos materiales más resistentes y ligeros para los chalecos
antifragmentos que deben llevar incorporados filtros de agua y aire,
antibacterias, o uniformes fabricados con materiales ignífugos y más
ligeros, son otros aspectos de las mejoras tecnológicas a las que se
debe tender en este campo.
Los UAV constituyen un
buen ejemplo de versatilidad desde el punto de vista militar por su
polivalencia para poder ser utilizados como plataforma de fuego, sensor o
parte del sistema de mando y control. En este sentido, la experiencia
ha demostrado que el empleo por de las unidades terrestres ha sido un
factor fundamental para incrementar su capacidad de combate, pero
también para aumentar su seguridad.
En cuanto al armamento individual, la
mejora en los elementos de puntería, con diferentes configuraciones, el
aumento de la capacidad e fuego de las armas, incrementando su
capacidad de alimentación o su distancia eficaz de empleo, han sido LLAA
de una rápida identificación e implementación.
En lo que respecta al armamento colectivo, El
empleo de morteros embarcados de una mayor cadencia de tiro, o el
aligeramiento de las ametralladoras, han sido factores muy importantes.
Relativo al empleo de vehículos, es
quizás el aspecto en el que se han producido más novedades. Las bajas
por IED provocaron una necesidad de aumentar el nivel de protección del
personal embarcado, lo que motivó una rápida reacción con vistas a
dotarse de vehículos cuyas características respondieran a las
necesidades requeridas en los diferentes escenarios, y así han sido
adquiridos vehículos de última generación tales como los RG-31 o los
LINCE y vehículos de desactivación de explosivos o logísticos con las
adecuadas medidas de protección.
Los sistemas de Mando y Control han sido otro de los campos en los que se ha apreciado una sensible mejoría, con adquisición de sistemas de comunicaciones más ligeros, robustos y fiables; el perfeccionamiento del Sistema de Mando y Control del ET (SIMACET) o el programa COAAAS para integración de las Unidades de Defensa Antiaérea (UDAAA) en el Sistema de Defensa Aéreo Nacional, son claros ejemplos.
En simulación, los
cambios han sido también muy significativos e importantes, entre los que
destacan los simuladores VICTRIX para armas individuales, el SIMACA
para artillería de campaña o el STEEL BEAST para los Carros de Combate,
por citar los más importantes.
Innovación organizativa
En apenas un cuarto de siglo, el ET ha
pasado de un ejército de reemplazo a uno plenamente profesional en un
proceso tan rápido y eficaz, que le ha hecho ser referente para países
de nuestro entorno, que se planteaban afrontar una transición tan
compleja. La plena incorporación de la mujer a la estructura, sin
limitación para ocupar todos los puestos y la modificación de las leyes
sobre la defensa nacional, la carrera militar, la de personal militar o
la estructura básica de los ejércitos, son claros ejemplos de este
intenso proceso evolutivo. Pero sin duda, uno de los cambios más
palpables ha sido el propiciado por la transición de un ejército
orientado a la defensa del territorio, a otro con vocación de proyección
exterior, ante la necesidad de afrontar los compromisos adquiridos como
consecuencia de nuestra pertenencia a organismos y organizaciones
internacionales.
Para el ET, ha supuesto la modificación no sólo de su estructura y de su organización, sino también de su funcionamiento en un proceso duro de incertidumbre y adaptaciones orgánicas, que tras numerosos planes han dado como resultado una importante reducción y reorganización de nuestro Ejército. En este sentido, las Brigadas Orgánicas Polivalentes son el último gran reto adaptativo al que se enfrenta nuestra institución, con el objetivo de disponer de unas unidades de referencia (las Brigadas) en las que poder concentrar las capacidades militares suficientes, que nos permitan hacer frente con éxito tanto a conflictos en los que nos enfrentemos al enemigo asimétrico, como al convencional.
Innovación doctrinal
La doctrina, recopilación abierta y
dinámica del pensamiento militar, fue considerada por el Jefe del Estado
Mayor del Ejército(JEME) en su visión sobre el ET 2025, como <<el
motor de la transformación y del cambio en el ET y constituye además la
fuente de la orgánica, de la enseñanza y del planeamiento
militar>>.
En el campo doctrinal, se ha hecho
claramente patente la evolución del ET, desde el antiguo Reglamento del
Servicio Militar de Campaña de 1882, al actual cuerpo doctrinal
compuesto por 183 publicaciones. El encorsetado sistema anterior de
Reglamentos, Manuales y Orientaciones, ha sido revisado y sustituido en
una arduo proceso de tres años, a lo largo del cual, se ha llegado a la
confección de una estructura doctrinal denominada “Mapa Lógico
Doctrinal”. Este concepto engloba las Publicaciones doctrinales (PD) del
ET y los Conceptos Derivados (CODE), que desarrollan los principios,
conceptos, procedimientos y directrices para el empleo de las fuerzas
terrestres en operaciones militares, estratificándose en cuatro niveles.
En el primer nivel, se encuentra únicamente la PD1-001 Empleo de las Fuerzas Terrestres, que
recoge una importante evolución doctrinal de los principios, conceptos y
directrices de carácter fundamental respecto a la anterior Doctrina
DO1-001 del año 2003.
Varios son los rasgos que caracterizan
esta nueva Doctrina y que la diferencian de la anterior: destacan su
marcada vocación táctica, que estimula la aplicación flexible de los
conceptos y el reconocimiento de la acción conjunta como el principio
básico de actuación para las fuerzas terrestres, poniendo además de
relieve el combate interarmas. Se introducen además conceptos muy
novedosos, producto de las LLAA extraídas de las operaciones en el
exterior, tales como el mando orientado a la misión, el enfoque
integral, la conciencia intercultural, la gestión del conocimiento y la
adaptación operativa.
Por otro lado, la actual doctrina de
primer nivel actualiza las funciones de combate, y adopta las de la OTAN
(Mando, Inteligencia, Maniobra, Fuegos, Apoyo Logístico y Protección),
estableciendo seis tipos de campañas u operaciones principales:
- La cooperación multinacional militar en tiempo de paz.
- El apoyo a las autoridades civiles en territorio nacional.
- Las operaciones de apoyo a la paz.
- Las operaciones de estabilización.
- El combate generalizado.
- La intervención limitada.
En el segundo nivel del
mapa doctrinal, se encuentran dos publicaciones que desarrollan con
mayor profundidad los principios y conceptos de primer nivel,
relacionados fundamentalmente con los tipos de campañas u operaciones
principales y con las funciones de combate: PD2-001 Operaciones y
PD2-002 Funciones de Combate.
El segundo nivel establece los criterios
fundamentales para el desarrollo de las publicaciones doctrinales del
nivel inferior y garantiza la coherencia y homogeneidad con el resto del
mapa lógico doctrinal.
En el tercer nivel, se
encuentran las publicaciones doctrinales que describen con mayor detalle
los diferentes tipos de campañas u operaciones principales, las que
tratan sobre el empleo de las grandes unidades o fuerzas operativas y
las que desarrollan las diferentes actividades que dan contenido a las
funciones de combate.
En el cuarto nivel, se
encuentran aquellas publicaciones que desarrollan los tipos de
operaciones y combates en entornos específicos, las tácticas, las
técnicas y los procedimientos operativos (TTP), tanto de carácter
general como para el empleo específico de las unidades en operaciones o
que tratan ámbitos muy específicos, como el planeamiento, la guerra
electrónica, los sistemas de comunicación en informaciones, etc. Por último, el mapa lógico doctrinal del
ET se completa con las publicaciones de referencia que tratan de
conceptos y aspectos de interés general que afectan a todos los niveles,
y que tratan de temas que van desde los signos convencionales, el
liderazgo, el Cross Cultural Awareness o el derecho de los conflictos
armados, entre otros.
Este impulso doctrinal específico, unido
a la necesaria producción de publicaciones conjuntas en el seno de la
Junta de Doctrina Conjunto-Combinada de las FAS (JUFAS), requiere un
esfuerzo continuo de adecuación y revisión, en el que el ET pilota el
desarrollo doctrinal en el seno de las FFAA españolas, consciente de la
necesidad que tiene de disponer de una doctrina y un cuerpo doctrinal
propios que establezcan de forma adecuada, el marco de actuación, los
principios y las directrices para el empleo de nuestras fuerzas en
operaciones.
Un caso concreto: las Lecciones aprendidas aplicadas a la Operación Romeo Alfa en Afganistán
Con el acto de arriado de Bandera que el 25 de septiembre de 2013 tenía lugar en la Base de Quala e Naw, presidida por el ministro de defensa español, se daba por finalizada la presencia española en la provincia de Bagdhis, mediante la transferencia de la Base Ruy González de Clavijo al ejército afgano, a la que se había llegado a mediados del 2005, si bien en el año 2004 se había proyectado un batallón de apoyo a las elecciones , que se estableció al norte en, en Mazar e Sharif. Tras este tiempo, puede concluirse que Afganistán ha sido, sin duda, el escenario más difícil en el que han desplegado las unidades del ET desde el comienzo de nuestras operaciones en el exterior, y por tanto, el que más ha obligado a revisar, procedimientos, técnicas, publicaciones y métodos de preparación.
Capacidades tales como el combate de las pequeñas unidades, inteligencia, empleo de los ingenieros, CIMIC, CIS, apoyo aéreo, apoyo sanitario, procedimientos relativos a las diferentes funciones logísticas, que en determinados casos estaban olvidados o en desuso, y la necesidad de luchar contra un enemigo asimétrico real que era prácticamente desconocido, en un entorno hostil y en un terreno muy difícil, han hecho de ese escenario un verdadero banco de pruebas para la institución y un auténtico campo de aprendizaje para nuestros cuadros de mando y tropa.
La evolución de la situación ha hecho que haya habido que desplegar, primero como Operational Mentor a Liaison Team (OMLT) y luego como MilitaryAdvisorTeam (MAT) para formar las distintas unidades del Ejército Nacional Afgano. Se han recibido y empleado distintos tipos de materiales desde el momento en que las primeras unidades desplegaron en Zona de Operaciones, algunos de ellos, completamente novedosos e inexistentes en sus plantillas, que han mejorado ostensiblemente las capacidades de combate. Es por tanto un buen momento para verificar hasta qué punto, las mejoras establecidas en Afganistán a través de un minucioso proceso de LLAA, han influido, no sólo en la manera de ejecutar y conducir esta operación en sí, sino en la orgánica y doctrina del Ejército español. En este apartado, trataremos de identificar qué LLAA se han aplicado y cuál ha sido su influencia en el desarrollo de las operaciones en curso, desde diferentes puntos de vista.
Relativas a la generación de los contingentes
El proceso de generación de fuerzas,
comienza con el establecimiento de capacidades operativas iniciales a
alistar y finaliza cuando el contingente terrestre está en condiciones
de ser proyectado a la Zona de Operaciones (ZO). A lo largo de este proceso, y como
consecuencia de la continua evolución de las tácticas, técnicas y
procedimientos, tanto propios como de la amenaza en ZO, se ha hecho
necesario someter al sistema a un continuo proceso de revisión,
estableciendo las herramientas necesarias para la retroalimentación del
mismo, apoyándose en un conjunto de informes generados en diferentes
momentos del proceso de generación de fuerzas. La primera lección
aprendida que ha sido necesaria aplicar en la generación de los
contingentes ha sido la de mantener una constante flexibilidad y
capacidad de adaptación de todo el proceso.
La segunda gran lección aprendida a
aplicar es la necesidad de respetar al máximo los lazos orgánicos dentro
de los contingentes, para alcanzar el mayor nivel de cohesión posible,
evitando constituir unidades de “aluvión”. La cohesión no se crea por
generación espontánea; las unidades y sus componentes no se cohesionan
por el mero hecho de prepararse juntos para una operación específica,
sino que esta capacidad surge del conocimiento mutuo, el adiestramiento
en el marco orgánico y su implementación a lo largo tanto de ejercicios y
maniobras, como en la práctica de los cometidos diarios de la unidad. La necesidad de conocimiento de idiomas
es otra de las LLAA que el ET ha aprendido con un enorme esfuerzo a lo
largo de todos estos años, no sólo en el idioma de trabajo
internacional, en este caso en inglés, sino que es necesario disponer a
todos los niveles, al menos de una mínima capacidad de comunicación en
el idioma nativo, lo que ha provocado un incremento considerable en el
desarrollo de cursos de inglés y de Darí o Pastún, lenguas habladas en
ZO.
El recurso más decisivo de que disponen nuestras unidades es el personal, por lo que otra de las grandes conclusiones extraídas de esta misión es la imperiosa necesidad de una adecuada selección del mismo, evitando alistar personal con potenciales problemas con el alcohol, las drogas, afectivos o de violencia de género. El personal que, siendo ajeno a la estructura orgánica de la unidad (personal sanitario, especialistas o de otros Ejércitos), se incorpora a la estructura generada, debe hacerlo desde el principio del proceso, para que pueda completarlo en su totalidad, evitando retrasos en la integración y cohesión del contingente.
Relativas a la preparación de los contingentes
Se ha demostrado fehacientemente que el éxito de la preparación radica en su continua adaptación a los cambios de la situación. Las operaciones de Contrainsurgencia (COIN), tales como la que se desarrolla en Afganistán, lo hacen en un ambiente complejo y cambiante, donde concurren muchas variables que interactúan entre sí. La búsqueda de soluciones a los problemas que plantean estas operaciones es muy costosa y duradera. Por otro lado, la rápida evolución de los acontecimientos impide que se disponga oportunamente de publicaciones doctrinales que contengan todo lo necesario para preparase, por lo que tanto los informes como los análisis de lo que ocurre en tiempo real, son fundamentales para alimentar el proceso de preparación.
Sin duda la conclusión más importante en
este apartado es la identificación de la necesidad de establecer un
periodo específico de preparación, el denominado 4+2, que es una fórmula
contrastada que resuelve perfectamente el reto de la preparación
operativa, y que es fruto de un proceso evolutivo de identificación de
necesidades. La preparación ha evolucionado al compás de la propia misión, siendo muchos los factores que han influido en ella. La
primera lección aprendida a aplicar ha sido la necesidad de que las
unidades orgánicas se constituyeran en organizaciones operativas para
cumplir unos cometidos muy diferentes a los que se desarrollan
habitualmente, siendo para ello necesario proporcionarles un proceso de adiestramiento “ad hoc” adecuado a la misión a desarrollar. Desde el principio se identificó la necesidad de dedicar un periodo concreto a la preparación de la misión,
desarrollándose inicialmente en una única fase, reuniéndose en ella a
todo el contingente terrestre con la finalidad de integrarse y
prepararse para la misma.
Con el progresivo aumento del contingente y la propia evolución de la misión, se hizo necesario disponer de un periodo mayor de tiempo, que comenzó a dividirse en distintas fases. Este periodo global de adiestramiento operativo, comúnmente llamado PAO, se compone de seis meses de preparación (ampliables a siete por periodos estivales). Se divide a su vez en dos periodos principales, llamados periodo de adiestramiento específico, que se desarrolla en el ámbito orgánico, y periodo de adiestramiento final, desarrollado por el conjunto del contingente terrestre. Ambos se dividen en varias fases, cada una de ellas diseñada para una finalidad concreta. Las características fundamentales del PAO son su flexibilidad, y la retroalimentación del sistema, en base a informes periódicos. Finalizada la misión, se completa este proceso mediante el informe fin de misión de preparación, en el que se analizan aquellos aspectos que fueron positivos para el cumplimiento de la misión y otros que deben desecharse por no aportar nada.
Con el progresivo aumento del contingente y la propia evolución de la misión, se hizo necesario disponer de un periodo mayor de tiempo, que comenzó a dividirse en distintas fases. Este periodo global de adiestramiento operativo, comúnmente llamado PAO, se compone de seis meses de preparación (ampliables a siete por periodos estivales). Se divide a su vez en dos periodos principales, llamados periodo de adiestramiento específico, que se desarrolla en el ámbito orgánico, y periodo de adiestramiento final, desarrollado por el conjunto del contingente terrestre. Ambos se dividen en varias fases, cada una de ellas diseñada para una finalidad concreta. Las características fundamentales del PAO son su flexibilidad, y la retroalimentación del sistema, en base a informes periódicos. Finalizada la misión, se completa este proceso mediante el informe fin de misión de preparación, en el que se analizan aquellos aspectos que fueron positivos para el cumplimiento de la misión y otros que deben desecharse por no aportar nada.
La rápida evolución de la propia misión ha sido, sin duda, el factor más influyente y ha afectado a aspectos como la evolución de la amenaza, los continuos cambios de las tácticas, técnicas y procedimientos empleados por el adversario o la implementación de nuevas estrategias OTAN/ISAF y conceptos que las desarrollan, entre otros. Esto no sólo ha supuesto que los contingentes en ZO modificasen y adaptasen sus propios procedimientos, sino que ha motivado que desde territorio nacional se realizara un continuo esfuerzo por introducir estos procedimientos en el sistema de preparación. La operación Romeo Alfa ha requerido tanto el análisis y aplicación de una ingente cantidad de documentación operativa de la propia operación, como el desarrollo documental necesario para preparase.
Además de los documentos genéricos para la preparación, se han elaborado otros que regulan aspectos específicos de la misma, tales como la guía de preparación en ambiente con artefactos explosivos improvisados (IED), la guía de preparación de equipos de observadores de fuegos aéreos (OFA), o la guía de preparación de inteligencia, por citar algunos. Con respecto a los materiales, cabe destacar que la exigencia de la misión ha provocado que desde territorio nacional se impulsara la adquisición de nuevos materiales y sistemas diversos que se adaptaran a las necesidades operativas y también, cubriesen las crecientes necesidades derivadas de la protección de la fuerza. Muchos de estos materiales no formaban parte de la orgánica de las unidades en permanencia, lo que provocaba la necesidad constante de transformar lo orgánico para constituir la base de lo operativo. Esto se ha conseguido mediante la constitución de unos “kits” de preparación, constituidos por un conjunto de medios específicos que sirven a las unidades para adiestrarse en condiciones similares a las que encontrarán en la ZO en las que posteriormente cumplirán su misión.
Estos módulos han permanecido
centralizados en unas unidades denominadas piloto, donde se ha realizado
su mantenimiento y puesta a punto, rotando posteriormente entre las
unidades que realizaban el adiestramiento operativo; de esta manera, se
han creado módulos de óptica, de material antidisturbios, de material de
transmisiones, de vehículos tácticos, de sistemas aéreos no tripulados
(UAV), de material “counterimprovisedexplosivedevices” (C-IED), de armas
no letales o de armamento no reglamentario en el ET. Para la formación de conductores se creó
un centro de conductores específico en el Centro de Adiestramiento
(CENAD) San Gregorio (Zaragoza), que permite que, antes del inicio del
PAO, las unidades cuenten con los conductores que requieren, ya
formados.
Desde el punto de vista de la
preparación, Afganistán se ha convertido en un campo de experiencias en
el cual se han comenzado a desarrollar nuevas capacidades que deben ser
entendidas, como el conjunto de factores (medios, sistemas de armas y
personal) que, basados en unos principios y procedimientos, consiguen un
efecto militar en un determinado nivel, en la mayoría de los casos
táctico y que constituyen una parte importante del desarrollo de cada
capacidad en territorio nacional. Cabe destacar, por encima de todo, el importante esfuerzo realizado en la lucha contra los artefactos explosivos improvisados,
que ha supuesto un enorme reto en la preparación de la operación. Este
campo puede ser considerado como una de las piedras angulares de la
operación R/A y tanto en el nivel OTAN, como en el de las naciones que
han contribuido a lo largo de los años a la misión, ha sufrido un
desarrollo exponencial.
Otra capacidad destacable ha sido el uso de los sistemas aéreos no tripulados,
que han supuesto otro gran avance tecnológico y han contribuido a
proporcionar superioridad en el enfrentamiento, adquisición de
inteligencia y aumento en la capacidad de mando y control. Afganistán ha
sido un magnífico campo de experiencias para operar estos sistemas y
obtener LLAA sobre como emplearlos tácticamente y obtener de ellos el
máximo rendimiento. Se han llevado a cabo misiones de reconocimiento del
campo de batalla, obtención de información en incluso corrección del
tiro de morteros. El apoyo aéreo y los helicópteros de ataque
son también destacadas capacidades cuyo desarrollo durante el conflicto
afgano ha motivado un gran avance para el ET. La multitud de medios
aéreos puestos a disposición de los Jefes de unidad, ha supuesto que
éstos, fundamentalmente capitanes y tenientes, contaran asiduamente con
aviones de combate para apoyar sus operaciones.
El ET ha implementado definitivamente la figura del observador de fuegos aéreos, cuya formación y medios técnicos han contribuido satisfactoriamente al apoyo de los jefes de unidades terrestres. Por otro lado el despliegue de helicópteros TIGRE en Afganistán ha marcado un hito importantísimo en el desarrollo de este programa para el ET. Hay otras capacidades que no por ser menos complejas de desarrollar, dejaremos de citar; como ejemplo podemos citar el empleo de los nuevos sistemas de armas como el mortero embarcado, la torre de ametralladora pesada en los vehículos del modelo RG-31 o la formación sanitaria de combate. Cabe especial mención para el desarrollo del concepto “mentorización”, proveniente del anglosajón mentoring, desarrollado sobre las unidades afganas con vistas a cualificarlas para el cumplimiento de sus misiones futuras, mediante el sistema de convivencia constante e incluso la participación conjunta en acciones de combate contra la insurgencia.
El ET ha implementado definitivamente la figura del observador de fuegos aéreos, cuya formación y medios técnicos han contribuido satisfactoriamente al apoyo de los jefes de unidades terrestres. Por otro lado el despliegue de helicópteros TIGRE en Afganistán ha marcado un hito importantísimo en el desarrollo de este programa para el ET. Hay otras capacidades que no por ser menos complejas de desarrollar, dejaremos de citar; como ejemplo podemos citar el empleo de los nuevos sistemas de armas como el mortero embarcado, la torre de ametralladora pesada en los vehículos del modelo RG-31 o la formación sanitaria de combate. Cabe especial mención para el desarrollo del concepto “mentorización”, proveniente del anglosajón mentoring, desarrollado sobre las unidades afganas con vistas a cualificarlas para el cumplimiento de sus misiones futuras, mediante el sistema de convivencia constante e incluso la participación conjunta en acciones de combate contra la insurgencia.
Relativas al sostenimiento logístico de la operación
El
sostenimiento logístico de las fuerzas del ET implicadas en la
operación R/A ha constituido uno de los retos más importantes de la
misión. La lejanía de las zonas de despliegue, unida a las
dificultades de comunicación con territorio nacional, especialmente tras
el despliegue en las provincias de Herat y Bagdhis, así como la
dificultad para la obtención de recursos y servicios en la ZO por la
ausencia de un entramado empresarial y financiero adecuado, y por el
bajo nivel de calidad afgano, obligaron a que gran parte de los recursos
necesarios para nuestras fuerzas, tuvieran que ser proyectados
directamente desde territorio nacional.
Así mismo, desde el despliegue inicial de fuerzas en Kabul hasta el cierre de la base Ruy González de Clavijo en septiembre de 2013, los redespliegues de unidades de los distintos contingentes, la variación en la composición y entidad de los mismos, y la modernización y sustitución de gran parte de los materiales por otros más modernos y mejor preparados para hacer frente a las Tácticas, Técnicas y Procedimientos (TTP) de la insurgencia, han condicionado grandemente el trabajo de las unidades de apoyo logístico, que han debido adaptarse y adecuarse constantemente al devenir de los acontecimientos. La estructura logística de la operación fue variando significativamente a lo largo de las distintas fases de la misma. Desde el despliegue inicial para el sostenimiento de una pequeña fuerza en Kabul, hasta el máximo volumen de fuerzas alcanzado en las provincias de Herat y Badghis, la entidad y cometidos de las unidades de apoyo logístico han estado sometidos a continua evolución.
En cuanto al transporte estratégico, la logística de nuestras tropas ha estado grandemente condicionada por la lejanía de la ZO, así como por las dificultades para el transporte de recursos entre territorio nacional y ZO y viceversa. Estos dos condicionantes obligaron a que prácticamente todos los recursos necesarios para sostener las actividades de nuestras fuerzas tuvieran que ser proyectados por vía aérea en vuelos contratados, con los elevados costes que ello lleva asociado. Así mismo, el cierre de la frontera entre Pakistán y Afganistán para los convoyes de la OTAN durante largos periodos de tiempo, no permitió mejorar la viabilidad y seguridad de las rutas principales hacia Afganistán y poder utilizarlas para el sostenimiento de la operación. Respecto a la proyección y repliegue del personal, la situación varió significativamente a lo largo de la operación.
Así, cuando el contingenteestaba desplegado en su totalidad en Kabul, todo el personal era proyectado utilizando el aeropuerto internacional; más tarde, y cuando el grueso del contingente se desplazó a las provincias de Herat y Badghis, los puntos de entrada al teatro de operaciones (TO), se establecieron en Kirguizistán, para posteriormente trasladarse a Tayikistán. Debido a los condicionantes en la vialidad y viabilidad de las rutas en ZO, el transporte táctico se ha llevado a cabo en base a medios terrestres fundamentalmente, en una gran mayoría de las veces, debiendo integrar medios civiles en los convoyes. Además, en algunas ocasiones y sobre todo en las últimas fases de la operación, se utilizaron medios aéreos (generalmente aviones T-10 y T-21 españoles, helicópteros militares y helicópteros civiles contratados) que enlazaban las dos bases principales utilizadas por las FFAA españolas. En cuanto al mantenimiento, el factor que más ha influido en esta función logística, ha sido las condiciones meteorológicas extremas en las que se ha desarrollado la misión.
Las grandes oscilaciones de temperatura, la proliferación del polvo y del barro, las condiciones de las rutas, así como el elevado número y duración de las misiones, ha obligado a desarrollar un enorme esfuerzo logístico para que las unidades de mantenimiento pudieran mantener el porcentaje de operatividad de los materiales requerido para el cumplimiento de la misión. En relación con la función logística de abastecimiento, durante toda la operación se ha visto muy condicionada por los plazos de tiempo necesarios para el suministro de los distintos recursos desde TN. La existencia de varias ubicaciones en las que se encontraba desplegado el personal español condicionó y dificultó sensiblemente el abastecimiento así como el control de los recursos desplegados en ZO.
Relativas a la gestión de la inteligencia
Las características e idiosincrasia de
la insurgencia afgana, su adaptabilidad al terreno y el fuerte impacto
de una cultura tribal muy complicada y fuertemente desfasada con
respecto a los estándares occidentales, con unas costumbres fuertemente
arraigadas que nuestra perspectiva social no nos permite entender y, en
algunos casos, ni siquiera admitir, han marcado profundamente el devenir
de la misión R/A desde el punto de vista de la gestión de la
inteligencia. La función de combate inteligencia ha
debido evolucionar grandemente para adaptarse a las exigencias que el
terreno, el ambiente y la insurgencia local han impuesto a las fuerzas
propias en este conflicto. La amenaza a lo largo del cumplimiento de la
misión se ha caracterizado fundamentalmente por los siguientes aspectos:
- El empleo adaptativo de TTP en respuesta a las medidas de protección adoptadas por nuestras fuerzas.
- El aprovechamiento de nuestros errores, principalmente en lo relativo al incumplimiento de normas de empleo de medios de comunicación y transmisión de datos, así como de grabación y toma de imágenes, que ha podido debilitar, en ocasiones seriamente, la seguridad de los contingentes.
- Sus posibilidades de obtención de información se han multiplicado en el caso de las unidades que se beneficiaban de la modalidad de partnering/mentoring, donde han tenido que extremarse las medidas de seguridad en las operaciones (OPSEC) que evitasen fugas de información durante el planeamiento y ejecución de las operaciones.
- Las respuestas desproporcionadas como reacción ante comportamientos propios poco respetuosos con su religión, cultura o costumbres. Estos incidentes han sido denominados genéricamente como la amenaza “Green on blue” o de forma más genérica “insiders”,para identificar a los infiltrados.
- La ausencia total en el empleo de medios antiaéreos cañón, siendo utilizados, eso sí, lanzacohetes portátiles con mucha profusión; lo que ha permitido un apoyo aéreo propio, en todas sus modalidades, relativamente seguro.
La inteligencia, incluyendo en este
concepto a la contrainteligencia y a la seguridad, ha debido evolucionar
con rapidez y flexibilidad a todos los niveles, de acuerdo a las pautas
marcadas por las acciones insurgentes, para:
- Elaborar la inteligencia necesaria para la mejora del asesoramiento a los diferentes escalones de mando.
- Modificar las capacidades a generar en nuevos contingentes.
- Adaptar su preparación a la amenaza existente en la ZO, aplicando las enseñanzas derivadas de la evolución de la insurgencia en tiempo real.
Una de las innovaciones más importantes en este aspecto es la relevancia que ha tomado la denominada Cultural Awareness, entendida
como la necesidad de profundizar en el conocimiento de las
peculiaridades religiosas y culturales de la zona y de su
interiorización por parte de todos los componentes del contingente, de
forma que se eviten comportamientos hostiles u ofensivos contra una
población cuya confianza y proximidad serán la base de nuestra
protección y del rechazo hacia la insurgencia local, tal y como rezaba
la doctrina contrainsurgente impulsada por el general estadounidense
David Petreaus, comandante de la ISAF en 2010-2011.
El conocimiento básico de la cultura y costumbres y el empleo de la lengua local, deben abordarse desde los primeros momentos de preparación de la operación, ya que se obtienen resultados enormemente positivos en las relaciones del personal propio con el local a todos los niveles. En este aspecto, el apoyo y el asesoramiento de los intérpretes es fundamental, lo que exige su minuciosa selección y preparación. En lo que se refiere a medios de obtención, se deben tener en cuenta las siguientes consideraciones:
El conocimiento básico de la cultura y costumbres y el empleo de la lengua local, deben abordarse desde los primeros momentos de preparación de la operación, ya que se obtienen resultados enormemente positivos en las relaciones del personal propio con el local a todos los niveles. En este aspecto, el apoyo y el asesoramiento de los intérpretes es fundamental, lo que exige su minuciosa selección y preparación. En lo que se refiere a medios de obtención, se deben tener en cuenta las siguientes consideraciones:
- Respecto a la capacidad HUMINT (Human Intelligence), es importante dotar a sus equipos del personal y material idóneos; además de los operadores necesarios, deben contar con el suficiente personal de protección así como con los intérpretes adecuados, no sólo por su demostrada fiabilidad sino por otras capacidades que deberán ser evaluadas por los propios operadores. Estas capacidades exigen un tiempo necesario para la captación y evaluación de fuentes idóneas para la información que se pretende obtener.
- En cuanto a la capacidad IMINT (Images Intelligence), la posibilidad de disponer de una unidad de UAV, ha supuesto un enorme salto cualitativo.
- Las acciones de Guerra Electrónica (EW), que han permitido tener conocimiento oportuno de las comunicaciones de las fuerzas hostiles, han significado en un escenario como el afgano, disponer de una ventaja táctica fundamental que se ha traducido en un fuerte incremento en la seguridad y protección de la fuerza.
Las acciones insider han
exigido un esfuerzo adicional en preparación para aquellos miembros del
contingente en contacto con personal civil, no sólo en tareas de
mentorización, sino en multitud de actividades del día a día, tales
como: controles de entrada y acompañamiento de trabajadores locales en
el interior de las bases y puestos avanzados; entrevistas y visitas a
proyectos de reconstrucción; atención médica a personal local; reuniones
multidisciplinares en relación con el apoyo a la gobernabilidad y un
largo etcétera. La necesidad de disponer de un mínimo de capacidades que
permitiesen identificar comportamientos extraños o evidencias de
posibles acciones hostiles del personal local y que estos no se llegaran
a concretar en acciones violentas, ha requerido el esfuerzo de personal
especialmente preparado para ello (equipos de contrainteligencia).
Relativas a las Transmisiones
Las nuevas tecnologías implementadas en
los sistemas de telecomunicaciones e información (CIS) desplegados en la
operación R/A, han contribuido de forma eficaz a facilitar el Mando y
Control (C2) de las unidades y a incrementar, aun más si cabe, la
seguridad de nuestras tropas. Si bien sólo suponen una herramienta más
de apoyo al Mando y Control, los CIS han ido adquiriendo un mayor peso
específico a medida que las nuevas tecnologías han ido proporcionando
mayores capacidades, y las necesidades de intercambio de información en
tiempo oportuno resultaban más cruciales en el proceso de toma de
decisiones.
Los avances tecnológicos han provocado una enorme expansión de las capacidades de los CIS, que supera la mera transmisión de mensajes escritos y hablados. La transmisión instantánea de datos, imágenes o documentos completos, así como la capacidad de ofrecer la información disponible a un gran número de usuarios desplegados en cualquier lugar de la ZO, multiplican la eficacia del enlace a través de estos sistemas.
Los avances tecnológicos han provocado una enorme expansión de las capacidades de los CIS, que supera la mera transmisión de mensajes escritos y hablados. La transmisión instantánea de datos, imágenes o documentos completos, así como la capacidad de ofrecer la información disponible a un gran número de usuarios desplegados en cualquier lugar de la ZO, multiplican la eficacia del enlace a través de estos sistemas.
Relativas a los Ingenieros
Las principales LLAA extraídas desde el
punto de vista de los Ingenieros, se pueden agrupar fundamentalmente en
dos grandes bloques: apoyo a la movilidad y apoyo al despliegue.
En lo que respecta al apoyo a la movilidad:
- La proliferación en el uso de IED por parte de la insurgencia, ha hecho que la presencia de los Equipos de Desactivación de Explosivos (EDE) haya sido imprescindible a la hora de configurar no sólo la composición de los efectivos que desarrollaban misiones de combate, sino incluso aquellas de carácter logístico.
- El incremento de necesidades en cuanto a las operaciones de limpieza de rutas, hizo necesario incorporar vehículos del tipo MRAP (mine-resistant-ambush-protected), dotados con detectores de metales y radar de penetración del terreno, con el fin de poder realizar la detección y posterior neutralización de IED sobre la marcha a un ritmo relativamente elevado en las misiones de acompañamiento o específicas de limpieza.
En lo relativo al apoyo al despliegue:
- Las fuerzas desplegadas necesitaron disponer desde un principio, de las instalaciones adecuadas para desarrollar los cometidos asignados; consecuentemente, las unidades de Ingenieros, procedieron a atender esas necesidades de infraestructuras, bien con un componente logístico predominante como la Base Ruy González de Clavijo en QiN, bien más ligadas a las operaciones, mediante la construcción de COP (Combatoutpost) o puestos de combate avanzados.
- La construcción de una base ha supuesto un verdadero reto para España, siendo diseñada de acuerdo a una serie de requerimientos tácticos, logísticos y de seguridad muy exigentes. Su ejecución ha tenido lugar en unas condiciones muy demandantes (dificultades logísticas para la proyección del material y sostenimiento de la operación, escasez de mano de obra local cualificada y de empresas de construcción competentes, ambiente hostil, materiales adquiridos por explotación local y de pésima calidad, etc).
Las LLAA de la operación nos llevan a la
conclusión final de que en el futuro, las unidades de Ingenieros, deben
ser polivalentes en cuanto a sus capacidades, para que puedan cumplir
todos los cometidos asignados, cualquiera que sea su adscripción
orgánica.
Relativas a la Cooperación Cívico-Militar (CIMIC)
En
este tipo de misiones de contrainsurgencia, el objetivo fundamental es
la población, por lo tanto, nuestras fuerzas deben esforzarse por
protegerla y servirla, además de respetarla, ayudar ala reconstrucción
del país, promover la economía y el establecimiento de una forma de
gobierno que incluya relaciones con los líderes tradicionales de la
sociedad.
Nuestras unidades deben practicar la
buena vecindad, desplegar provocando el menor impacto posible en la vida
de los ciudadanos, esforzarse por intentar comprender la cultura y el
modo de vida de los ciudadanos, sus historia y tradiciones.
En esta misión, la cooperación cívico-militar (CIMIC) se ha confirmado como una actividad indispensable en el desarrollo de las operaciones y un elemento multiplicador de las capacidades desplegadas. Así y debido a sus especiales características, la integración en la misma estructura de elementos militares y civiles de la Agencia Española de Cooperación Internacional y el desarrollo (AECID), ha establecido un auténtico arquetipo de modelo de la CIMIC. En el campo de la CIMIC, las actividades desarrolladas se enmarcaron preferentemente en tres grandes bloques: el enlace cívico-militar, el apoyo de la fuerza al entorno civil y el apoyo del entorno civil a la fuerza, sin embargo y como aspectos novedosos, en esta misión ha habido que contemplar actividades relacionadas con dos nuevas facetas: las perspectivas de género y el apoyo al proceso de reintegración.
En lo que respecta al enlace cívico-militar, en una sociedad como la afgana, con un ancestral retraso cultural, un elevadísimo porcentaje de población analfabeta y un sistema oral de transmisión de conocimientos; el gusto por la conversación, el contacto y el enlace con la población han sido fundamentales. Dentro de este apartado conviene señalar el enorme esfuerzo realizado por mantener constantes relaciones con las autoridades afganas a todos los niveles.
Relativo al apoyo de la fuerza al entorno civil,
cabe resaltar el desarrollo de proyectos de impacto rápido, que se han
centrado fundamentalmente en el área de infraestructuras y de educación;
el Programa Cervantes, mediante el cual se imparten clases de español y
la ayuda humanitaria, dentro de la cual se han llevado a cabo
numerosísimas entregas de artículos de primera necesidad.
En relación con el apoyo del entorno civil a la fuerza, cabe
resaltar las negociaciones con los propietarios de tierras para poder
ubicar en ellas las diferentes instalaciones militares del contingente.
En cuanto a la perspectiva de género,
el aspecto más novedoso es la inclusión de un asesor de género en
operaciones, lo que ha hecho necesario en primer lugar formarlo como
tal, mediante la creación del correspondiente curso y su posterior
integración en el organigrama del contingente.
En lo relacionado con el apoyo a la reintegración, dentro
de las actividades llevadas a cabo por el gobierno afgano en
colaboración con la comunidad internacional para lograr la pacificación y
normalización del país, el Programa de Paz y Reintegración ha sido sin
duda el asunto estrella y uno de los que se considera clave para el
futuro.
Mediante su aplicación se pretende la reintegración voluntaria de los insurgentes a la sociedad civil, y ha contado con todo el apoyo del contingente español. Finalmente, la principal LLAA es que CIMIC ha constituido un elemento multiplicador de las capacidades del contingente español, constituyendo una valiosísima herramienta en manos de los jefes de contingente para apoyar el cumplimiento de las misiones asignadas. En asuntos CIMIC, los contingentes españoles han sido modelo de empleo. La seriedad y eficacia en el trabajo desarrollado y la capacidad de empatía con la población de los españoles, nos hacen ser líderes en este campo.
Conclusiones
El sistema de LLAA, está plenamente
consolidado como herramienta para apoyo a la toma de decisiones en los
más altos niveles de mando del ET español. Su procedimiento sistemático de registro
de buenas prácticas y lecciones identificadas y su análisis y
transformación en LLAA tras un proceso arduo de reflexión y comparación,
lo ha dotado de un rigor y una fiabilidad enormes, pese al escaso
tiempo transcurrido desde su implementación. La dualidad de la procedencia de las
LLAA, bien a través de la cadena orgánica, para la instrucción, el
adiestramiento y el sostenimiento logístico de las operaciones, o de la
cadena operativa durante el cumplimiento de las mismas, complica
grandemente el establecimiento tanto de sugestión, como del
mantenimiento de una base de datos única.
Las LLAA han contribuido de manera
notable a fomentar los necesarios cambios en la orgánica, doctrina e
incluso en la propia idiosincrasia de nuestro Ejército, debiendo la
institución realizar un enorme esfuerzo adaptativo en las últimas
décadas para pasar de una estructura basada en unos objetivos
establecidos en base a la defensa interior del territorio nacional, a un
Ejército de proyección con clara vocación internacional y basado en
estructuras más ágiles, modulares y flexibles. Las misiones internacionales han sido el
verdadero motor del cambio y la piedra de toque de ese nuevo modelo del
Ejército español. La necesidad de hacer frente a misiones en escenarios
tan dispares como Bosnia, Kosovo, El Congo, Iraq, El Líbano o
Afganistán, han sumido al ET en un constante proceso de revisión y
adaptación; de no disponer de una herramienta adecuada, en la que
reflejar esta evolución, este proceso se habría visto sujeto a una
constante improvisación, que a buen seguro, habría llevado al fracaso de
las misiones desarrolladas.
La consolidación de este proceso se ha
fundamentado en un constante enlace y retroalimentación entre todos los
organismos con capacidad de influencia en el mismo, desde el Estado
Mayor de Ejército (EME), órgano principal de asesoramiento del
JEME;hasta el Mando de Adiestramiento y Doctrina (MADOC), encargado de
la revisión de la doctrina, investigación, orgánica y materiales; el
Mando de Apoyo Logístico a Ejército (MALE) responsable de la adquisición
y renovación de los materiales; hasta las Unidades de la Fuerza,
eslabones finales de la cadena, en las que se aplican las modificaciones
y nuevos métodos de instrucción, adiestramiento y evaluación. De entre todas las misiones realizadas,
destaca por su exigencia, la desarrollada en Afganistán, que por sus
especiales características, ha supuesto un verdadero reto para nuestro
Ejército.
El escenario afgano ha hecho variar sensiblemente nuestra doctrina, orgánica, materiales, logística, procedimientos de combate de nuestras unidades, comunicación social, cooperación cívico-militar, sistemas de comunicaciones, de mando y control e incluso, la percepción que nuestra sociedad tiene de sus FFAA y en particular del ET. Sin embargo, una vez más, nuestro sistema de LLAA nos alerta de que a pesar de los avances alcanzados, no podemos caer en el error de prepararnos para el futuro de acuerdo a los parámetros de los conflictos del pasado, por lo tanto, tras el boom del conflicto afgano, deberemos, una vez más, reflexionar con coherencia y sensatez para adaptarnos a nuevos retos y amenazas futuras, sin perder de vista lo aprendido, pero evitando anclarnos en exceso a enseñanzas particulares de un determinado escenario. (Jesús.R.G.)
El escenario afgano ha hecho variar sensiblemente nuestra doctrina, orgánica, materiales, logística, procedimientos de combate de nuestras unidades, comunicación social, cooperación cívico-militar, sistemas de comunicaciones, de mando y control e incluso, la percepción que nuestra sociedad tiene de sus FFAA y en particular del ET. Sin embargo, una vez más, nuestro sistema de LLAA nos alerta de que a pesar de los avances alcanzados, no podemos caer en el error de prepararnos para el futuro de acuerdo a los parámetros de los conflictos del pasado, por lo tanto, tras el boom del conflicto afgano, deberemos, una vez más, reflexionar con coherencia y sensatez para adaptarnos a nuevos retos y amenazas futuras, sin perder de vista lo aprendido, pero evitando anclarnos en exceso a enseñanzas particulares de un determinado escenario. (Jesús.R.G.)
Fuente: http://www.defensa.com/
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