Tras invertir 10.630 millones de euros en el avión de combate
europeo, el futuro caza de las Fuerzas Armadas españolas será, con toda
probabilidad, estadounidense. El Ejército del Aire y la Armada apuestan
por el F-35 Lightning II (Relámpago) de Lockheed Martin para sustituir a
los F-18 y a los Harrier de despegue vertical que deben dar de baja a
mediados de la próxima década. Las necesidades se estiman en 45-50
aparatos para la Fuerza Aérea y 12-15 para la Marina. La operación puede
superar los 6.000 millones; más del doble contando con el apoyo
logístico. Para la Armada no hay alternativa. Si quiere mantener la aviación
naval, que en 2017 cumple su primer centenario, —es decir, la capacidad
de proyectar poder aéreo desde un buque— no tiene más opción que
adquirir el caza de Lockheed Martin. A mitad de la próxima década, la
Marina debe ir dando de baja los 12 AV-8B Harrier II Plus que le quedan
(más uno de entrenamiento) y el único aparato que existe en el mercado
con capacidad de despegue en corto y aterrizaje vertical (STOVL) es el
F-35B. Sin él, el buque insignia de la flota española, el Juan Carlos I,
quedará reducido a la categoría de portahelicópteros.
La Armada es consciente de que el F-35 es demasiado caro (entre 90 y
130 millones la unidad, sin contar el motor) y su pedido demasiado corto
(12 a 15 aparatos), por lo que el margen para negociar es muy estrecho.
Otra cosa sería si el Ejército del Aire se inclina por el mismo modelo,
admiten mandos de la Marina de Guerra. El futuro avión de combate es una de las prioridades del nuevo
Objetivo de Capacidades de las Fuerzas Armadas que debe aprobarse antes
de final de año, según explicó a EL PAÍS el nuevo jefe del Estado Mayor
de la Defensa (Jemad), el general Fernando Alejandre. Se trata de
sustituir a los cazas F-18 que, con el Eurofighter o EF2000, constituyen
la punta de lanza de la Fuerza Aérea española. La llegada del F-18 supuso un salto tecnológico para el Ejército del Aire en los años ochenta,
pero la flota ya tiene tres décadas en sus alas y la mayoría de los
aparatos supera las 5.000 horas de vuelo, con un límite de alrededor de
7.000. De los 86 aviones en servicio —se compraron un total de 96, 24 de
ellos de segunda mano— lo más urgente es relevar los destacados en
Canarias, a los que restan unos tres años de vida operativa.
Temporalmente, el problema podría salvarse redesplegando los F-18 de
Torrejón y Zaragoza, pero todos deben ser sustituidos a partir de 2025.
Aunque la fecha parece aun lejana, fuentes militares advierten de que
el proceso para incorporar un nuevo avión de combate es muy largo, por
lo que la decisión debería tomarse como tarde en 2018. “Mientras más se
espere, en peores condiciones se estará para negociar”, alegan. El Ejército del Aire estima sus necesidades en 45-50 aviones y sus
preferencias se inclinan por el F-35A, según reconoce mandos militares.
Se trata del caza más moderno (y caro) del mundo, adquirido ya por
Israel, Japón y Corea del Sur, a pesar de la polémica que ha rodeado su
desarrollo y de las dudas sobre su maniobrabilidad (perdió un combate
simulado con un vetusto F-16). En este caso, al contrario que la Armada, sí hay alternativa: comprar
más EF-2000. El Ministerio de Defensa redujo su pedido de 87 a 73
aviones (se canceló la llamada Tranche 3B), por lo que en teoría se
podría dar continuidad a la cadena de montaje en España.
Pero
responsables de las Fuerzas Aéreas alegan que, incluso con mejoras, el
Eurofighter no es comparable al F-35, un caza furtivo de quinta
generación que integra los sensores en el revolucionario casco del
piloto, con una visión de 360 grados. Además, ponen una pega estratégica
a la sustitución de los F-18 por más EF-2000: la vulnerabilidad que
supondría basar toda la flota en un único modelo, con el riesgo de
quedarse sin aviación de combate si un problema estructural obligara a
parar este aparato. La diferencia es que el EF2000
es un programa europeo, en el que España participa con un 14% y que
genera unos 3.000 empleos directos en nuestro país; mientras que el F-35
es un avión estadounidense en el que la participación de la industria
nacional sería insignificante. España fue invitada en su momento a
integrarse en el consorcio del F-35 (con Reino Unido, Holanda, Italia,
Australia, Canadá, Dinamarca, Noruega y Turquía, además de EE UU), pero
Defensa rehusó. “La contribución económica que se exigía era muy onerosa
y el retorno industrial escaso. No podíamos permitirnos el lujo de
pagar el EF2000 y el F-35 a la vez”, explica un responsable de la época.
Con la tarta tecnológica ya repartida, lo único que puede negociar España es una rebaja del precio —Trump denunció en un polémico tuit que el coste del F-35 estaba “fuera de control”—
y que las empresas españolas sean capacitadas para el sostenimiento del
avión. Esto último no solo por su peso económico —el apoyo logístico
durante todo el ciclo de vida del caza puede superar el coste de
adquisición— sino por la autonomía que implica. El inconveniente de comprar un caza llave en mano, en cuyo diseño no
se ha participado, es que uno es un mero usuario. El Ejército del Aire
logró, no con poco esfuerzo, tener acceso al código fuente de parte del
software del F-18, lo que le permitió integrar su propio armamento.
“Controlar la cadena logística, tener independencia tecnológica, acceso a
las cajas negras y libertad de empleo deberían ser los objetivos de la
negociación”, resume un mando militar. Además del EF-2000 y del F-35, otras opciones serían las últimas
versiones del F-18 (Super Hornet o Advanced), o incluso el Rafale
francés. Ambos tienen, sin embargo, algunos inconvenientes de sus
competidores americano y europeo sin muchas de sus ventajas.
“El próximo
avión de combate debe durar hasta 2060 y, en ese tiempo, incorporar
mejoras, lo que solo garantiza un modelo [el F-35] que está al inicio de
su ciclo de vida y no al final”, avisa un experto. La elección del futuro avión es, por sus implicaciones políticas,
industriales y militares, una de las decisiones más trascendentes que
debe tomar la ministra María Dolores de Cospedal. Siempre, claro está,
que el presupuesto de Defensa aumente y haya dinero para pagarlo. (Jesús.R.G.)
Fuente: http://politica.elpais.com/
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