La compra de un 8×8 para el Ejército Argentino.


Desde el año 2008, el Ejército Argentino tiene entre sus planes la incorporación de un vehículo de combate a ruedas en versión 8×8, destinado inicialmente según los proyectos de evolución, a equipar dos brigadas: en primer lugar, a una Brigada Mecanizada, con preponderancia de vehículos de combate de infantería y transporte de personal y unos pocos dotados con cañón de altas prestaciones, para su regimiento de caballería. En segundo lugar, una brigada blindada a ruedas, esencialmente similar a la anterior, pero con una proporción inversa de vehículos con cañón para sus regimientos de caballería y pocos VCI y VCTP, para su único regimiento de infantería mecanizado. 
 
Por obvias razones presupuestarias, esencialmente, la concreción de estos planes se ha visto indefinidamente postergada. Pero también en parte a la indecisión de los responsables que en distintas oportunidades, debieron avanzar con estos proyectos y no lo hicieron. Es así que en 2011, una comisión de especialistas del ejército, viajó a Europa para visitar y conocer en funcionamiento, a los principales vehículos de combate que estaban entrando en servicio, entre los que se podía mencionar al VBCI francés, al Boxer alemán, al PANDUR 2 austríaco, al Mowag Piranha III suizo y al Freccia italiano, el cual resultaría el favorito (entre otras razones por ser un derivado del Centauro, un 8×8 armado con un potente cañón de 105 mm que disparaba la misma munición que el TAM) aunque por razones de su costo elevado, sería descartado. Además, Italia era su único usuario, a diferencia de otros vehículos que habían sido adquiridos por numerosos países (cabe citar al Piranha suizo que junto a sus versiones LAV y Stryker norteamericanas, es empleado por más de 45 países). 
 
También se evaluó en 2012 el 6×6 Guaraní, producido en Brasil por IVECO y cuyo diseño fue procesado en el centro de diseño de Iveco situado en Córdoba. De este vehículo, se espera desarrollar una versión 8×8 armada con un cañón de 105 mm, para reemplazar a los EE) Cascabel en las unidades mecanizadas del Exercito Brasilero. En 2015 pareció cerrarse un acuerdo con China para la adquisición del VN 1 y versiones derivadas, el cual fue congelado por el gobierno de Macri (lamentablemente por razones esencialmente presupuestarias y no porque fuera el resultado de un análisis de conveniencia respecto a sus prestaciones y capacidades). Se intentó infructuosamente ir por unos Pandur 2, incluso por la versión estadounidense del Piranha, el Stryker mencionado, recibiéndose una oferta tanto por vehículos nuevos como por vehículos usados reacondicionados a nuevo. Hoy el modelo chino vuelve a entrar en escena, pero con independencia del modelo final elegido, no es posible aceptar o descartar alguno de ellos en base a datos concretos. 
 
Uno de los problemas que afectan desde hace años a las FFAA argentinas, es la forma en que los proyectos de inversión en materia de defensa se concretan. La normativa establece una serie de pasos, estudios análisis de costo de adquisición y de vida útil, rendimiento en operaciones, etc, en base a bibliografía y datos técnicos dados por los fabricantes y nunca por un concurso o competencia real en base a pruebas objetivas en el terreno y con las tropas que los deberán operar. Con frecuencia se elige y propone un modelo que “calce” en el presupuesto que se aprecia se puede obtener y en base a ello se inician las negociaciones, quedando atados de algún modo a una suerte de monopolio con el fabricante, quien puede determinar a su conveniencia, cuándo entrega, qué entrega, cuándo cobra, cuáles son las compensaciones industriales, etc, sabiendo que una vez elegido su producto, es muy difícil (salvo que aparezca un competidor que patee el tablero con precios y ventajas), que se seleccione a otro proveedor. 
 

Interpretación digital del VCBR VN-1 del Ejército Argentino. Imagen – Alejandro Klichowski.
 
Cualquier país serio, con independencia de su capacidad económica, emplea otros mecanismos de adquisición. La famosa compulsa, la competencia mano a mano, la atención de las necesidades reales de sus soldados, son tenidas en cuenta y a la hora de adquirir, son los fabricantes los que deben hacer el esfuerzo por presentar lo mejor de sí, otorgar las mejores condiciones crediticias, ofrecer las mayores compensaciones (las que no necesariamente implican el fomento de la industria militar relacionada, sino que se negocian en otras áreas si el país proveedor está interesado) y fundamentalmente, los usuarios saben que se elegirá la mejor combinación de precio, capacidades del material, posibilidades de mantenimiento, etc. El VN1 chino aparenta ser un buen vehículo, pero es empleado solo por cuatro países, incluido China. En Sudamérica, es usado por la infantería de marina venezolana. Esto limita en gran parte, la posibilidad de obtener repuestos, sobre todo los más complejos, en otro país que no sea China. 
 
Aunque puede ser fabricado siguiendo ciertos estándares occidentales, es muy probable que la adecuación completa al sistema logístico del Ejército Argentino, encarezca su producto y lo lleve a igualar casi al mismo precio que un modelo occidental. El Stryker (o LAV, o Piranha según las versiones), puede resultar inicialmente más caro, pero emplea muchos componentes comerciales, y por el enorme número de usuarios, pueden obtenerse repuestos en muchos países. Brasil, Chile, Colombia, Perú emplean versiones 8 x 8 y Chile y Uruguay, una versión 6×6 más antigua pero con muchos componentes comunes. La transformación de las Medium Brigade del US ARMY en brigadas pesadas, dejará libres cerca de 2000 unidades usadas del Stryker para reventa o como fuente de repuestos, lo que podría permitir alcanzar con vehículos a un costo inferior, las dos brigadas a ruedas previstas en los planes originales del ejército. Por otra parte, el grado de interoperabilidad de este vehículo es único. Y si vuelve el Guaraní al ruedo, habrá que hacer otros análisis. 
 
 
El Guaraní impresionó muy bien a los militares que en 2012 lo analizaron y probaron. Es un vehículo de elevada tecnología, con muchos componentes comerciales que incluso se pueden producir en la fábrica IVECO de Córdoba, y que permitirían una integración militar con Brasil muy necesaria para afianzar la unión Sudamericana tan propugnada por los últimos gobiernos. Se sabe la predilección militar por un 8×8 en vez de un 6×6, pero esta predilección no tiene bases objetivas sino que considera tendencias de otros países (las mismas tendencias que no se siguen cuando el mundo incrementa el número de tanques y en Argentina no se avanza con el TAM2C, listo para producirse desde hace 7 años). Francia, país con enorme experiencia en el diseño y empleo de blindados a ruedas, ha seleccionado como futuros vehículos blindados al Griffon y al Jaguar, ambos 6 x 6. 
 
Además, y a pesar del VBCI 8×8, emplea desde hace décadas, a los AMX10 RC con cañón de 105 mm, a los VAB para infantería y a los ERC 90, todos 6×6. Turquía produce y emplea indistintamente 6×6 PARS y ARMA junto a sus versiones 8×8. Quizás antes de descartar, habría que probar. Está claro que cualquier fabricante, quiere vender, no importa si son 10, 100 o 1000. La entrada en un mercado es de algún modo un certificado de garantía por el cual competirá con otros fabricantes para posicionarse mejor. Hoy que se habla nuevamente de la necesidad del 8×8, ¿no sería conveniente invitar a los distintos fabricantes a presentar sus productos, hacerlos competir en el país en las mismas condiciones en que sus soldados los emplearán, escuchar sus ofertas de pago y crédito y fundamentalmente, decidir en base a lo QUE REALMENTE NECESITAN SUS FFAA?. 
 
Fuente: https://www.zona-militar.com/
 
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