La marejada por los retrasos en las fragatas australianas que da alas a los buques «made in» Navantia.


 
Los programas de construcción de buques militares tienen habitualmente unos presupuestos multimillonarios. No es de extrañar que cualquier incidencia que experimenten esos planes desaten también crisis superlativas. Y eso precisamente es lo que está pasando en Australia con el contrato de construcción de nueve fragatas para su Armada, adjudicado a la británica BAE Systems en junio del 2018. La revelación de un informe, redactado el pasado noviembre por el equipo de ingeniería que se encarga de la revisión del diseño de los buques, basados en el modelo Type 26, advirtiendo de los errores cometidos en este programa hasta el momento ha provocado una oleada de críticas. Paralelamente, algunos expertos en Defensa han comenzado a poner el foco en los destructores de la clase Hobart, fabricados en el astillero ASC de Adelaide no solo con el diseño y la transferencia de tecnología de Navantia, sino también con su gestión y guía. 
 
En la fase final del concurso para la adjudicación del contrato de construcción de las nueve fragatas -presupuestado en 22.000 millones de euros- participaban la británica BAE Systems, la italiana Fincantieri y la española Navantia. Esta última tenía puestas muchas esperanzas en obtener ese encargo: se encontraba gestionando la construcción de los tres destructores basados en las fragatas F-100 y había construido un número importante de buques para su Armada, los de mayor porte en Ferrol. Entre sus fortalezas se encontraba concurrir con un tipo de buque ya probado, lo que reducía muchos riesgos, además de la ventaja de contar con una flota con los mismos equipos y sistemas. El modelo de BAE Systems aún se estaba empezando a construir para la Marina británica y era más caro, pero fue el ganador. Inicialmente, estaba previsto que BAE Systems iniciase la construcción de las fragatas en el año 2020; después se pospuso a este 2022 y, ahora, ha vuelto a revisarse y se sitúa en el 2024. El periódico The Australian fue el primero en divulgar el informe en el que se advierte de los riesgos que implican las constantes modificaciones que ha experimentado el programa. 
 

 
«Las nuevas fragatas clase Hunter de Australia serán 'sustancialmente' más lentas, tendrán un alcance más corto de lo previsto y podrían ser vulnerables a la detección, revela un informe clasificado del Departamento de Defensa», recoge el diario. No obstante, otros artículos, como el publicado en el Australian Strategic Policy Institute también abundan en el diagnóstico del estudio. Debido a los requerimientos de la Armada de las antípodas, el tamaño del buque ha pasado de 8.000 a 10.000 toneladas, pero la planta propulsora no se ha modificado, por lo tanto acusará una velocidad menor y también aumentará los costes de combustibles y de funcionamiento. En el mejor de los escenarios, la primera de las fragatas no estará lista hasta el 2034, y de ahí que aquellos que defienden que Australia necesita incrementar sus capacidades navales pongan los ojos de nuevo en los destructores hermanos de las F-100, y reclamen que se construyan unos nuevos. 
 
Filial de Navantia en el país
La empresa naval -que cuenta con una filial en el país, Navantia Australia- no se pronuncia. De hecho, tras la publicación del mencionado informe, el Ministerio de Defensa australiano aseguró que ya se estaban poniendo en marcha medidas para corregir los problemas detectados, que enmarcó en los procesos habituales de todo programa de construcción naval de envergadura. Mientras, Navantia continúa teniendo una presencia notable en el país, ya que cuenta con encargos para llevar a cabo el mantenimiento de sus barcos. Los últimos que construyó para su Armada salieron de la factoría de Ferrol, dos buques de aprovisionamiento en combate (AOR en sus siglas en inglés), que vinieron a sumarse a dos megabuques, también fabricados en la antigua Bazán, a 12 lanchas de desembarco, producidas en el astillero gaditano de San Fernando, y a los tres destructores hechos en Adelaide. 
 
Durante años, un gran número de trabajadores de la plantilla de Navantia en España -principalmente de Ferrol- fueron desplazados a Australia para participar en la obra de construcción de los destructores y gestionar la participación en el macroconcurso de las fragatas. No obstante, ahora la filial, que cuenta con una plantilla de 170 personas, está integrada en su mayoría por personal local. La preocupación por los problemas con el modelo Type 26 para Australia ha saltado también a Canadá, ya que su Armada contrató igualmente a BAE Systems la construcción de 15 fragatas, en un concurso en el que participó Navantia. Los medios del país ya se habían hecho eco de que esos buques serían más lentos de lo previsto inicialmente, y ahora vuelven a incidir en los riesgos de ese modelo que aún no ha sido probado en el mar. 
 
Concurso polaco 
Navantia continúa ajena a esta polémica y, en materia de fragatas, tiene sus expectativas puestas en Polonia. Forma parte de la lista corta del programa de construcción de tres buques, por el que compite con astilleros de Alemania y Reino Unido. Está previsto que se resuelva en los primeros meses de este año. 

Fuente: https://www.lavozdegalicia.es/
 
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